Fabiola Perea, quien trabajaba por días en la casa de Laura Sarabia, entonces mano derecha del presidente Gustavo Petro y hoy embajadora en Reino Unido, pasó de ganarse la vida con labores domésticas a verse envuelta en uno de los capítulos más polémicos del Gobierno.
Ahora, su historia toma un nuevo rumbo. El Juzgado 59 Administrativo de Bogotá admitió la demanda que interpuso contra el Estado colombiano. En ella pide ser reparada por los daños que, asegura, le dejó el episodio de las chuzadas que la señalaron de tener vínculos con grupos criminales. Sus cinco hijos también reclaman reparación por daños morales.
“Ha sido incapaz de conseguir un nuevo empleo, privándosele de una fuente de ingresos estable desde el primero de junio de 2023 al día de hoy, fecha última esta en la que se enteró de las interceptaciones ilegales de las que había sido objeto por los medios de comunicación, fecha en la que la sociedad la asoció públicamente como militante del Clan del Golfo”, se lee en la demanda.
En febrero pasado se conoció que la mujer reclama una indemnización de 450 salarios mínimos, una suma que ronda los $640 millones. Una cifra que, de lograrse, representaría para Perea no solo los ingresos que dejó de percibir desde que perdió la posibilidad de conseguir empleo, sino también el resarcimiento por el daño moral y psicológico que ella y sus cinco hijos han cargado desde que su nombre salió a la luz en los medios de comunicación.
La demanda, ya en estudio, señala directamente a la Presidencia de la República, el Dapre, el Ministerio de Defensa, la Policía Nacional y la Fiscalía como responsables de los perjuicios ocasionados.
Las interceptaciones
Fabiola Perea y Marelbys Meza, las empleadas de Laura Sarabia –que por entonces era jefe de Gabinete, fueron interceptadas y llevadas al escrutinio público luego de ser señaladas del robo de una millonaria suma de dinero en efectivo del apartamento de Sarabia.
Con los alias de “la madrina” y “la cocinera”, los números telefónicos de las dos mujeres fueron ingresados a un listado de personas que harían parte o tendrían vínculos con el Clan del Golfo, para, de esta manera, interceptar sus comunicaciones durante varios días.
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“El que nada debe, nada teme. Entonces, con la ayuda de Dios, siempre todo me va a salir bien”, escribió Fabiola en sus redes sociales una vez estalló el escándalo. “Dios no me va a dejar sola. Él será mi defensor”.
Fabiola Perea, quien se dedicaba desde hace un buen tiempo a limpiar la casa de Laura Sarabia, fue reconocida como “La Madrina”, y de quien se dijo, era la encargada de realizar los giros y encomiendas a los cabecillas del Clan del Golfo.
Con esa falsa historia consiguieron que miembros del cuerpo de inteligencia del gobierno chuzara los teléfonos.
“Yo lo sentía. Yo sentía un eco en el teléfono. Yo no quería que nadie me llamara. No quería hablar con nadie. Yo conocí al presidente en la campaña y le di alma, vida y sombrero”, dijo Marelbys Meza cuando supo que estaba siendo chuzada.