La encrucijada entre la felicidad y la responsabilidad de ser madre por primera vez le llegó a Yolanda Ojeda en 1983. Tenía 23 años y, recuerda, “uno vivía el día a día”. Sostener entre sus brazos a la niña a la que dio a luz el 6 de enero de ese año era para ella una realización y su única preocupación. La situación que atravesaba el país no se le pasaba por la mente, en parte porque “no había tanta información como ahora. Los noticieros hablaban de corrupción y violencia. De lo mismo que pasaba y sigue pasando en Colombia”.
Y sí. Hace 37 años el país iniciaba uno de sus más fuertes procesos de transformación, buscando como lidiar con flagelos históricos y simultáneamente abrirse a un mundo cambiante y cada vez más determinado por la tecnología: empezaba la revolución del computador personal ese año. La década de los 80 había empezado para Latinoamérica con una dura crisis económica causada por el crecimiento desmedido de la deuda externa que varios países habían adquirido para desarrollar planes de industrialización como en Brasil, México y Argentina.
Catalina Castrillón Gallego, doctora en Historia y docente de la Universidad Pontificia Bolivariana, cuenta que esta situación se agravó pues las textileras “empezaron a enfrentarse a un mercado internacional en medio de golpes duros por el contrabando. Nuestra economía aún dependiendo mucho del café y su exportación. Era un país muy rural, pero es justo ahí donde empieza a notarse el crecimiento de las ciudades, que inician a ser receptoras de la población campesina, una dinámica que se acentuará mucho en años posteriores”.
Esa relación entre el campo y la ciudad era, para la época, casi antagónica. Se debatía en el Congreso la elección popular de alcaldes como una posible solución al marcado centralismo que por casi 100 años había impuesto la Constitución de 1886. Luis Ángel Pérez Ruíz, politólogo de la Universidad de Antioquia, acota que para la época, nuevos departamentos como Cesar y Sucre cumplían unos 25 años de haber sido creados pero “habían surgido también las intendencias y comisarías como entidades territoriales, lo que hacía que esas zonas alejadas del país y su población, se sintieran ocupando una categoría más baja, con menos presupuesto y presencia institucional que los departamentos”.
Dicho debate, así como el de la disposición del país a mediar en salidas negociadas a los conflictos en Centroamérica, integrando la iniciativa multilateral que se conoció como el Grupo Contadora, creado en ese año, sentaron las bases de importantes elementos que recogieron posteriormente la Constitución de 1991 y los procesos de paz colombianos.
Igualmente ocurrió con la crisis humanitaria que vivían los presos en la isla Gorgona. Ese noviembre, el Gobierno anunció la clausura de la penitenciaría y elevó la isla a Parque Nacional, un paso importante en la protección de los derechos humanos y el ambiente.
La elección de Belisario Betancur como presidente reflejó la esperanza de superar el bipartidismo, perpetuado aún después de la abolición del Frente Nacional. “1893 empezó con los partidos reconfigurándose. Betancur llegó a la presidencia ya no solo por el Partido Conservador, sino en una coalición con la Anapo y el Partido Demócrata Cristiano. Su triunfo en las urnas se le atribuyó al papel que desempañaban los noticieros, que heredaron las filiaciones políticas que fueron tan marcadas en los diarios impresos. Fue un año donde los debates sobre la importancia de la televisión fueron recurrentes”, indica Castrillón.
Si en algo coinciden tanto los analistas como la prensa, que registró los principales hitos, es que 1983 no fue un año fácil. La Semana Santa fue interrumpida por un terremoto que arrasó con Popayán y dejó 500 muertos. En marzo, el narcotraficante Carlos Ledher daba a conocer el movimiento con el que pretendía incursionar en la política y poner la legalización de la droga en la agenda pública, y en julio, Pablo Escobar llegaba al Congreso como representante suplente. Ese mismo mes, 131 obreros de la hidroeléctrica del Guavío fueron sepultados por un alud. Y en noviembre, el vuelo 11 de Avianca que viajaba de París a Bogotá, trayendo invitados al Primer Encuentro de Cultura Hispanoamericana, se desplomó en Madrid, llevándose la vida de personalidades como la escritora Marta Traba y la pianista Rosa Sabater. Pero ya acostumbrados a que la vida sigue, pase lo que pase, los colombianos volvieron a reunirse frente a los televisores para seguir cada detalle del Concurso Nacional de Belleza, que paralizaba por entonces al país y llegaba a su versión 50 con la elección de Susana Caldas. Eso, apenas semanas antes de cumplir con la tradición inquebrantable de celebrar una nueva Navidad.
