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Lo que sería un vuelo normal, culminó con un escena “horrible” para María Fernanda Echeverry, dueña de Homero, un perro de raza American Bully que falleció en la bodega de la aeronave que los transportaba.
Ella relató que una vez aterrizó, se dispuso a recibir a su amigo, pero lo encontró debajo de un arrume de maletas, en medio de un charco de sangre y con su lengua morada.
Echeverry sostuvo en entrevista con medios radiales que la compañía EasyFly no le dio ninguna explicación al respecto. Sin embargo, sometió los restos del canino a una necropsia, cuyo diagnóstico fue una muerte causada por hipoxia.
Sobre por qué Homero debió viajar en la bodega, ella comentó que la aerolínea solo le indicó que no podía acompañarla en la cabina puesto que no contaba con una certificación como perro de guía, documento con el que cuentan los caninos que asisten a personas discapacitadas.
Ante este episodio, calificado por Echeverry como inhumano, la mujer anunció acciones legales para evitar que algo similar pueda ocurrirle en el futuro a alguien más.
De otro lado, EasyFly emitió un comunicado en el que defendió haber transportado “centenares” de animales durante 13 años. Sin embargo, confirmó el deceso de Homero en el vuelo que cubría la ruta Puerto Asís-Cali.
Efectivamente, en esa notificación, la compañía argumentó que María Fernanda Echeverry no contaba con los documentos para llevar a su mascota en la cabina.
Así mismo, la aerolínea apuntó que se desconocen las condiciones de salud con las que los animales abordan las aeronaves, así como las condiciones físicas, emocionales, de temperatura o presión, que el animal puede soportar.
“Son sus dueños las personas idóneas para determinar si, previo cumplimiento de las normas aeronáuticas, los animales pueden o no viajar”, añadió EasyFly.
La compañía manifestó sus condolencias y aseguró que reforzará en su protocolo las preguntas para que los dueños de animales determinen si pueden viajar o no en la bodega.