El conflicto armado en Colombia se “profundizó y fue más grave” en los territorios donde había mayor presencia étnica indígena, afrocolombiana, raizal y palenquera, aseguró este miércoles la Comisión de la Verdad.
“El conflicto armado colombiano fue racista”, resumió en una entrevista el comisionado Leyner Palacios, ya que “por razones de color, de pobreza, de género, de religiosidad el conflicto se profundizó en esos sectores”.
“Las masacres, los asesinatos, los desplazamientos, las múltiples violaciones a las mujeres, las prácticas de marcación a los cuerpos, a los seres humanos, el desprecio con que se actuó en algunos casos con un nivel de sevicia extraordinariamente inhumana nos muestran que hubo unos rasgos de racismo incrustados en la conciencia de los que actuaban”, dijo Palacios.
La Comisión de la Verdad lideró el congreso “Racismo estructural, exclusión y garantías de no repetición; pueblo negro, afrocolombiano, raizal y palenquero”, que terminó este miércoles en Cartagena.
Continúa el racismo
Una de las reflexiones que deja este congreso es “cómo combatir estas prácticas racistas desde la conciencia humana en Colombia y en el mundo pero también desde la presencia de la institucionalidad que también actúa en lógica racista”.
En ese sentido, hay que plantearse qué transformaciones se deben realizar para que el conflicto no se aproveche del racismo estructural, sobre todo teniendo en cuenta que aún sigue habiendo conflicto en Colombia.
Palacios dijo que van “a recomendar una fuerte acción institucional y desde la sociedad” contra todas las formas presentes de racismo en Colombia.
En la intervención, Palacios recordó testimonios de personas que fueron responsables de asesinatos y masacres, quienes le contaron que en muchas oportunidades “a los negros preferían asesinarlos mediante el descuartizamiento en vez de pegarles un tiro porque no valían ni un tiro”.
“La vida del negro y la negra en el contexto del conflicto colombiano llegó a un nivel de desprecio que los actores no gastaban una bala, sino que preferían picar los cuerpos a machete, porque no valían los 8.000 pesos (2 dólares) que podía valer un tiro”, explicó.
Y aún en la actualidad, en palabras de Palacios, “es tremendamente angustiante el nivel de riesgo en que están los líderes afrocolombianos, raizales y palenqueros en la región del caribe, en el Valle, en el Chocó, en algunas zonas de Arauca”.
Explicó que éstos “son territorios que están amenazados por intereses económicos y estos líderes están intentando defender esos territorios”.