Pueden ser 115, 120, 125 o más años. No hay un límite para la vida humana, aunque ser inmortales no está a la vista.
En una serie de cinco artículos publicados en Nature Communications, científicos de diferentes grupos y nacionalidades controvirtieron otro, publicado en octubre pasado, que sugería que 115 años es el límite de la vida.
Siegfried Hekimi, biólogo de McGill University y autor de uno de los artículos, cree que “los datos son consistentes con otras tendencias, indicando que hoy no hay un límite discernible para la vida”.
Aunque existen pocos supercentenarios (esos que viven más allá de los 110 años) la vida se está estirando. Eso dice James Vaupel, experto en biodemografía del envejecimiento, al afirmar que cada año “la persona más vieja del mundo es más vieja que la más vieja que falleció el año anterior”.
En declaraciones a Live Science, el gerontólogo Maarten Rozing, de la Universidad de Copenhague, expresó que “la expectativa de vida está aumentando y mientras las condiciones de vida mejoren, no hay razón para creer que se detendrá en el futuro”.
Concuerda con el estudio de Joop de Beer, del Instituto Demográfico Interdisciplinario de Holanda, que sugiere que en 2070 la expectativa máxima de vida subirá a 125 años.
El estudio de octubre en Nature, liderado por Jan Vijg, sugería que desde 1990 se había estancado el aumento en los años de vida, precisando que solo una de cada 10.000 personas podría vivir hasta los 125.
Vijg se sostuvo en sus hallazgos pese a los nuevos estudios. Jay Olshansky, profesor de la Universidad de Illinois, citado por The Scientist, cree que las críticas no invalidan el hecho de que nuestra expectativa de vida no es infinita.
“El fenómeno que vemos, el pequeño el número de personas viejas, es el resultado del límite de la duración de la vida”.
Además, dice, “no importa cuál es la frontera son 115, 118 o 120 años.
El mensaje más importante es que no deberíamos intentar vivir más, sino extender el periodo de vida sana”. Hoy, según Vaupel “las evidencias sugieren que si hay un límite es mucho más allá de los 120 años”. Vivir para contarlo.
