El San Raffaele volvió a zarpar para salvar vidas en el Pacífico

El barco que lleva soluciones al Chocó y zonas costeras del Valle, Cauca y Nariño emprende una nueva fase en su vital labor.

Siete meses es mucho tiempo sin recorrer las venas del Pacífico colombiano. Sin divisar, cerca de la orilla, las sonrisas del reguero de niños, anfitriones infaltables cuando el barco-hospital blanco y rojo anuncia su arribo a alguno de los tantos poblados olvidados de este país.

De todos modos, siete meses es poco tiempo comparado con los casi dos años que estuvo anclado oxidándose en el puerto Buenaventura hasta partir nuevamente a misión en 2015, pues como en otras ocasiones, sobró voluntad y talento, pero faltaron recursos. Lo cual es apenas uno de los tantos tropiezos que ha tenido este proyecto surgido en 2009, que en 2017 fue atracado en el muelle Kenedy, en Buenaventura, por una banda fuertemente armada.

Por todo ello, dice Diego Posso, cofundador de este proyecto junto a Ana Lucía López, para ellos, los médicos y la tripulación, cada una de las misiones, es un milagro que toma forma.

Eufórico y con palabras atropelladas, Diego explicaba el pasado miércoles minutos antes de zarpar, al otro lado del teléfono, la importancia de la nueva misión.

“Pensábamos salir en marzo pero la pandemia paró los planes. Ahora, preparados para trabajar en medio de la emergencia, estaremos doce días navegando por las costas del Litoral de San Juan, prestando atención primaria en poblaciones indígena y afro”, cuenta Posso, presidente de la Fundación Italocolombiano del Monte Tabor, a la cual pertenece el barco.

Gracias a la financiación de la Asociación Italiana para la Solidaridad entre los Pueblos –Aispo– y a la Unión Europea, cerca de mil pobladores recibirán atención para enfermedades crónicas, desnutrición, diabetes, control prenatal, entre otros.

“En este barco han llegado vidas al mundo, jóvenes heridos han tenido una segunda oportunidad y adultos mayores han recibido la primera cita médica en toda su existencia”, resume con precisión el cirujano pediátrico Carlos Melo.

Además de dotar puestos médicos, llevarán, en alianza con el Semillero del Pacífico de Uniandes, implementos de bioseguridad para proteger a las parteras y parteros del Pacífico, que siguen trayendo vidas con sus manos en medio de la amenaza invisible del coronavirus.

“En estos tiempos de pandemia, el papel de la partería se hace más fundamental que nunca. Las tasas de partos en casa han aumentado significativamente debido a los riesgos que puede representar transportarse a un puesto de salud en zonas rurales dispersas”, explica Emilia Cárdenas, antropóloga de los Andes, vinculada a la iniciativa #AlumbrandoVidas.

La idea inicial es recolectar fondos para la adquisición de 200 kits de partería. Para ello invitan a quien quiera sumarse a la causa, donando cualquier valor, a través del portal: https://barcohospitalhsr.org/.

Por su parte, Diego, las 9 personas del personal médico y 7 tripulantes redoblarán esfuerzos durante estas casi dos semanas para atender a cerca de 150 pacientes diarios, cantidad que reciben regularmente con el doble del personal, pero que por temas de bioseguridad en medio de la emergencia debió reducirse.

De todos modos, tras siete meses sin contacto con los territorios, la voluntad de servicio está reforzada. Diego espera que a partir de ahora emprendan misiones cada mes. La próxima en el horizonte será surcando las aguas del río Guajui hasta llegar a Guapi, Cauca.

“Alguien tiene que recordarles que sus vidas valen y cualquier esfuerzo por mejorarlas es poco. Y me siento agradecido de que podamos ser nosotros”, dice Diego.