Donar un órgano es una decisión familiar, que se toma con el propósito de brindar vida a otras personas a través de un trasplante. Esos órganos que se dan pueden provenir de donantes cadavéricos, cuando la persona sufre muerte encefálica o cese irreversible de las funciones cardiorrespiratorias; o también de donantes vivos, que se da especialmente entre familiares.
“Los trasplantes más comunes son de donantes cadavéricos (en Colombia representan el 87%), pero la alternativa más segura -por temas de compatibilidad- es de donantes vivos relacionados, es decir, de personas que genéticamente se parezcan”, explica Darío Fernández Vergara, médico intensivista de la Clínica Cardio Vid. Por supuesto, hay órganos que no pueden provenir de un donante vivo, como el corazón.
Se puede trasplantar “prácticamente todo”, afirma Fernández, menos el cerebro -por lo menos hasta ahora- dado lo complejo que resultaría acoplar las inserciones nerviosas. De resto, son trasplantables órganos sólidos como corazón, riñones, intestino, páncreas, hígado, laringe y pulmones; y tejidos como la piel, válvulas cardíacas, médula ósea, córnea y hueso, entre otros.
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