Virus, bacterias, células y hongos pueden ser cultivados y “criados” como las plantas y los animales. “Crecen” casi a diario en laboratorios de todo el mundo, incluyendo Colombia, bajo vigilancia y en condiciones artificiales óptimas para ser estudiados con fines académicos y de salud pública.
Sin embargo, más allá de los objetivos conocidos, el cultivo de microorganismos es también el primer paso para una hazaña mayor: el desarrollo de vacunas, aquellas que han facilitado la supervivencia de la especie humana.
Colombia fabricó vacunas como la de la viruela y la poliomielitis (de dominio público) hasta 2001. Debió parar porque el avance de la tecnología fue arrollador. Los diseños cambiaron, hubo modificaciones en las normas para la manufactura, se exigía reestructuración metodológica y física, y por ende, recursos económicos.
Para mantenerse a la vanguardia, el Instituto Nacional de Salud (INS) necesitaba una fuerte inversión. Trató de establecer convenios particulares con entidades como el Instituto Oswaldo Cruz (Brasil), pero no fue suficiente. El cambio de Gobierno (de Samper a Pastrana) y la estrechez económica de la época hizo que desapareciera toda esperanza.
La pausa fue calificada por académicos e investigadores como un hecho desafortunado: mantener la autonomía en biotecnología podía garantizar en el futuro (hoy el presente) poder responder de forma oportuna a emergencias sanitarias como la desatada por el covid-19.
Regresa la esperanza
A finales del 2021 Seguros Sura Colombia anunció una inversión de 54 millones de dólares (más de 210 mil millones de pesos) en VaxThera, una compañía colombiana, sociedad subsidiaría de Suramericana que, con miras al futuro, investiga y desarrolla biológicos para aportar a la suficiencia de la producción de vacunas y medicamentos en América Latina.
No es común que los países elaboren sus propios fármacos, pues es un proceso costoso y especializado, hasta ahí la noticia es positiva. En la región se dedican a esto solo Argentina, México, Brasil, Chile, Perú y Cuba.
A las proyecciones de VaxThera y Suramericana se unió también la empresa canadiense Providence Therapeutics, especializada en tecnología de ARN mensajero. Ambas firmaron con el Ministerio de Salud y Protección Social (ver Para saber más) un memorando de entendimiento que le permitirá a Providence producir y comercializar sus vacunas en el país.
VaxThera (que tendrá su planta totalmente lista en Rionegro para el año 2023) empezará a recibir pequeños lotes de vacunas contra covid (a día de hoy en ensayos clínicos) ofrecidas por la empresa canadiense y listas para concluir aquí solo el proceso de envasado.
Así pues, aunque es una gran hazaña lanzarse de nuevo a la posibilidad de tener a nivel nacional fármacos de este tipo, la noticia no es aún tan fascinante.
Lo que pasará realmente
Uno de los caminos que se pueden tomar para retomar la producción nacional de fármacos es hacerlo desde el final de la cadena: llenando, empacando y comercializando. El papel de VaxThera, en principio, se tratará entonces de adelantar un proceso de “fill and finish”. Un ejemplo claro para entenderlo está en la fabricación de carros, explica Andrey Rojas, médico farmacólogo clínico y vacunólogo.
A Colombia llegan desde otros países todas las partes de un vehículo, motor, latonería y circuitos para ser ensamblados. “No sabemos cómo las hicieron, pero sí cómo unirlas, hacerles pruebas de calidad y sacar el carro listo al mercado. Sin embargo, así no somos tan competitivos como se esperaría”.
Lo mismo pasará con las vacunas, pese a que lo ideal (y es a lo que se espera llegar) es el intercambio de biotecnología, de equipos y conocimiento para que el país se consolide como un líder regional.
No obstante, la noticia de empezar a maquilar (recibir vacunas a granel y empacarlas) sigue siendo muy buena. “Es una forma de comenzar, así vamos creando mayor capacidad. Comercializarlas permitirá flujo de caja, nos dará tiempo de crear estructuras, laboratorios, formar profesionales, importar equipos y establecer alianzas”, complementa Iván Darío Vélez, director del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales de la Universidad de Antioquia.
Así pues, estos son solo los primeros pasos para objetivos más ambiciosos como el desarrollo de biológicos propios y nuevos, e incluso para el diseño de medicamentos dirigidos a tratar todo tipo de enfermedades. De no hacerse así, señala el docente Vélez, las primeras vacunas estarían siendo emitidas en el país en 5 o 6 años, pero gracias al “fill and finish” en este 2022 ya estarían circulando las primeras.
La importancia detrás
La pandemia ha dejado distintas enseñanzas durante su paso por el mundo. Una de ellas fue demostrar la importancia de la autonomía para responder ante crisis sanitarias.
En contingencias como la ocasionada por el covid, es usual que los países productores de fármacos den prioridad a su propia población, dejando a los demás relegados al avance de la emergencia. “Si Colombia tuviera a día de hoy fábricas de vacunas, probablemente ya hubiera hecho un intercambio tecnológico con las farmacéuticas para maniobrar y tener soluciones más rápidas”, ilustra Rojas. Así mismo, señala que en tiempos como estos es frecuente que haya desabastecimiento por la demanda y por ser un proceso industrialmente complicado.
Antes de todo esto, el país ya había tenido algunos “llamados de atención” frente a la importancia de retomar la producción local. “Tuvimos pequeñas señales de alerta como los brotes de zika y chikunguña, pero nada nos había golpeado tan duro como esta pandemia que prácticamente paralizó al mundo”, cuenta en una entrevista hecha por la Universidad de Antioquia Jorge Emilio Osorio, médico veterinario egresado de la misma institución, fundador y CEO de VaxThera.
Por otro lado, además de la independencia, Rojas y Vélez coinciden en que retomar la fabricación nacional impactaría positivamente en la ciencia del país, que comenzaría a ser visto como un líder y un buen socio en términos de salud pública, habría más posibilidades de recibir nuevas tecnologías y atraer capital extranjero.
ARN mensajero y el futuro
El desarrollo de tecnología de ARN mensajero (que permitiría el convenio con Providence) puede abrir también “un portal inmensísimo para muchas otras aplicaciones y enfermedades”, agrega Rojas, pues ese tipo de tecnología, que lleva más de 40 años estudiándose, es útil no solo para el desarrollo de biológicos vacunales sino también para tratamientos. “En definitiva se trata de lograr que unas células del cuerpo queden ‘programadas’ para fabricar lo que sea necesario”, señala.
Por ahora, la compañía colombiana tiene actualmente en fase de pruebas preclínicas su propia vacuna contra la covid-19, que esperan que esté lista para el año 2023. Así mismo, tienen proyectado desarrollar vacunas universales contra dengue, chikunguña, fiebre amarilla, influenza y zika, además su fundador y CEO reitera en la misma entrevista que, si bien las vacunas son la prioridad, la mira está puesta en toda una gama de productos como medicamentos y tratamientos.
VaxThera avanza con pasos firmes, además, comenta Vélez, no es la única empresa colombiana que le apuesta a la producción de biológicos nacionales, “hay proyectos interesantes en Cali y Bogotá”, dice, que trabajan en el desarrollo y la maquila de productos farmacéuticos (no vacunas). “Ahí comienza la oportunidad de venderle al Estado más barato en comparación a como lo están comprando por fuera”.
Así, según el docente, hay un reto adicional y es facilitar la comercialización que plantean empresas similares a VaxThera, para que se fortalezcan los procesos de “fill and finish” y se llegue a etapas superiores, por ejemplo, la producción de fórmulas ya establecidas e incluso el desarrollo de nuevos fármacos