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Asimple vista, el divorció entre el presidente Juan Manuel Santos y su exvicepresidente Germán Vargas ante el hervor electoral no fue tan traumático, aunque así mismo, con mensajes sutiles, empezó el distanciamiento entre el primero y el expresidente Álvaro Uribe, hasta que partieron cobijas del todo.
Ante el destape público contra la implementación del Acuerdo, el mandatario llamó a Vargas: “leal y buen amigo”, algo que ambos saben que no suma votos, y le recordó que todas sus preocupaciones ya se resolvieron, es decir, que sus críticas son tiros al aire.
Pero si las dudas esbozadas por Vargas sobre la JEP, los bienes de las Farc, su participación política, el aumento del narcotráfico, las disidencias y los ‘colados’ las viene haciendo el Centro Democrático (CD) hace rato, ¿por qué sus posiciones generaron revuelo en el Gobierno, la derecha y la centro-izquierda?
A parte de ser uno de los que puntea en las encuestas, Nury Astrid Gómez, máster en Imagen Pública de la U. Camilo José Cela (España), identificó dos elementos: salió con voz propia opositora, luego de haber sido gobierno siete años; y usó un tono no de candidato sino de presidente, imponente y retador, como en el 2010. “Esta imagen, opositora pero racional, puede ganar adeptos entre quienes sospechan de la implementación, quitándole electores al CD”.
Aunque Cambio Radical, su partido, ya había marcado la ruta, para Alicia Peñaranda, docente de Marketing Político de la U. Eafit, el revuelo se explica porque habló después de varios meses de silencio. Además, porque mostró distancia evidente con el Gobierno y aparente con CR.
“Los colombianos conocemos la primera agenda oficial de un candidato presidencial, de quien se distancia, a quien se acerca y cuáles son sus caballos de batalla. Las declaraciones a los medios son similares, lo que en Comunicación Política se llama teoría del framing o marco de campaña”.
Sin compromisos con el Gobierno, incluso, con la renuncia del único ministro que le quedaba, Vivienda, Vargas ahora tiene más soltura para expresarse. Incluso, durante la negociación en La Habana marcó distancia y guardó silencio, aunque sí criticó la JEP antes de plebiscito.
Según Juan David García, docente de la Maestría en Estudios Políticos de la U. Pontificia Bolivariana, lo dicho hasta ahora demuestra que Vargas tiene grandes discrepancias con el Gobierno y no solo con la implementación del Acuerdo sin con su naturaleza.
“Es una mezcla de oportunismo, estrategia y conveniencia, porque como actor político, en competencia por el poder, sabe qué posturas pueden atraer más al electorado. Muchos esperaban que, aunque fuera crítico, no se declarara como férreo opositor”.
Parra Carlos Arias, docente de Comunicación Política de la U. Externado, Vargas se mostró conciliador. Agregó que se intenta ubicar en el centro, pero esto es difícil por sus antecedentes . “Por encima de la mesa busca los votos del centro, en acuerdo con aspectos de la paz, y por debajo los de la derecha, que cuestionan la implementación”.
Al respecto Miguel Silva, docente de Ciencia Política de la U. Pontificia Bolivariana, dijo que Vargas lleva varios años en campaña y en esta etapa busca dos cosas: capitalizar los réditos de lo bueno del gobierno Santos, pero también ganar terreno en un amplio sector que ve con pesimismo la implementación.
Bibiana Clavijo, docente de Marketing Político de la U. del Rosario, destacó que Vargas salió organizado, retomando el estilo de Uribe, que tanto cautivó a los colombianos, con cifras y pruebas. “La ventaja que él tiene es que apenas arranca la ofensiva contra elementos del Acuerdo y no tiene encima la carga y sobresaturación del discurso del CD”.
Con este desmarque serían tres los virajes del jefe de CR, tras la búsqueda del poder o de su cercanía. En 2002 dejó el Partido Liberal y su candidato presidencial Horacio Serpa, y se fue con Uribe.
Regresó al Senado, pero con CR, y fue escudero de Uribe, pero se le reveló al final, ante la posibilidad de una segunda reelección. En 2010, enfrentó al candidato de Uribe, que era Santos. Pero, con miras a abonar su candidatura, adhirió a Santos, una vez perdió en primera vuelta.
En adelante, Vargas fue su hombre de confianza, pero su discurso se empezará a endurecer a medida que se acerquen las elecciones de 2018.