La vida no es fácil. Mucho menos lo es un viaje interestelar para salvar la especie humana.
Interestelar, la película. Desde su estreno la semana pasada, mucho ha dado de qué hablar. No por su calidad, sino por la ciencia detrás de ella. ¿Es ficción? ¿Es realidad?
En busca de una nueva casa, intrépidos astronautas a bordo de Endurance encuentran un hipotético agujero de gusano cerca a Saturno y pronto están en un mundo cercano a un agujero negro llamado Gargantúa.
Para los expertos, son detalles muy bien logrados gracias al asesoramiento del reconocido físico Kip Thorne. Pero las dudas están en la ciencia.
Los agujeros de gusano son posibles según la relatividad pero no se han visto. Y según la física desaparecen rápido.
La acción se concentra en torno al enorme agujero negro, recreado con precisión sobre lo que se supone dicen la matemáticas sobre ellos.
Allí cerca está un planeta que exploran. Neil deGrasse Tyson, astrofísico y recreador de la serie Cosmos, trinó diciendo que “personalmente me alejaría de un agujero negro tanto como pudiera”.
Los aventureros morirían por la energía que emana del disco que rodea Gargantúa, según dijo el astrofísico Roberto Trotta a The Guardian.
La dilación del tiempo que ocurre en el planeta es tal que cualquier nave que llegara sería aplastada contra la superficie. Y las leyes de la física dicen que en esa zona no puede haber un planeta.
Pero no todo en Interestelar es irreal. La descripción de algunos planetas es ajustada y la recreación, ya dicha, del agujero negro, porque el de gusano es mera especulación. ¿Ficción o ciencia? .