La historia del arribo a Medellín de trescientas cajas llenas de libros —7.200 títulos— es la de una pasión. Hace diez años el periodista y escritor Ricardo Reitano —director de Forum Latinoamérica— conoció el trabajo contra viento y marea de la red de bibliotecas populares y comunitarias de Antioquia (Rebipoa) y quedó asombrado. “Ese impulso que ellos tienen nos ha impulsado a sacar esto adelante”, dice en el evento de entrega de los libros traídos de Barcelona y que se distribuirán en las 26 bibliotecas afiliadas a la red. Tres años tardó en hacerse realidad el proyecto y en él participaron diferentes instituciones a un lado y al otro del océano. Las restricciones sanitarias de la pandemia de la covid-19 y los altibajos naturales en el trabajo de los voluntarios corrieron las fechas de entrega. Sin embargo, las cajas ya están en la sede de la biblioteca comunitaria del barrio Santander —Comuna 6, Doce de Octubre—, orientada por Gloria Rubiela Hernández, presidenta de Rebipoa.
En la mesa principal están sentados Reitano y Hernández, al lado de Álvaro Osmar Narváez Díaz, secretario de cultura ciudadana de Medellín. Las cajas —enumeradas con marcador y algunas marcadas con el nombre de la diputación de Barcelona y otras con el de InfoBibliotecas— están unas encima de las otras. Buena parte del salón está ocupada por ellas. En un momento Narváez, Reitano y Hernández abren unas cuantas para entregar sus contenidos a unos delegados de Rebipoa. Cuando le corresponde el turno mirar el interior de una caja, el rostro de Hernández se ilumina: habla de las posibilidades que estos libros les abren a los habitantes de sectores vulnerables, las zonas donde ejercen su labor las bibliotecas comunitarias.
La emoción de la promotora de lectura es explicable: el camino para hacer realidad el proyecto de renovar la dotación de las afiliadas a Rebipoa no fue plano. En abril realizaron una Vaki para reunir los $25.000.000 que costó la importación del material bibliográfico. La colecta arrojó un resultado muy por debajo de la meta: apenas se juntaron $3.800.000. En ese punto la secretaría de cultura ciudadana se sumó al proyecto: entregó $ 17.000.000 para la logística y la importación de los libros. En este cometido contó con el apoyo de la librería Grammata.
Narváez considera que los textos ayudarán en la misión de “dotar de imaginación a la ciudad, en particular a los niños y jóvenes”. Gran parte del material de donación consiste en títulos de literatura pensada para fomentar la cercanía de los niños y adolescentes con la lectura. Hay una gran cantidad de novelas gráficas y cómics. “Este tipo de libros son una puerta de entrada a la lectura”, afirma Reitano quien, además, subraya que una parte de los libros fue donada por instituciones culturales y editoriales de Barcelona mientras el resto proviene de títulos que fueron dados de baja por el ayuntamiento y bibliotecas de Hospitalet, un municipio catalán.