La mejor manera de recordar al maestro Hugo Zapata es con sus obras y suyas hay tantas en Medellín –en algunos municipios de Antioquia y hasta en Bogotá– que seguro, al menos, ha pasado por alguna de ellas.
Carlos Arturo Fernández, coordinador de la Maestría en Historia del Arte de la Universidad de Antioquia, precisa que Hugo Zapata fue uno de los artistas que en la década del 70 abrió caminos nuevos para el arte colombiano y, en concreto, para la escultura en Colombia. “Hugo Zapata descubrió una relación, hasta entonces inédita, entre el arte y la naturaleza. Tuvo la enorme capacidad de descubrir elementos que iban más allá del tratamiento de un elemento como una piedra, por ejemplo”, detalló.
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Esa misma idea también la desarrolla el abogado y exministro de cultura Juan Luis Mejía: “Hugo Zapata dialogó con la piedra y la naturaleza y supo transformar la naturaleza en arte”. Prueba de ello son tantas obras que hay suyas en Medellín (también en el Oriente antioqueño y hasta en Bogotá), que habitan con la ciudad fundiéndose en ella.
Las obras de Hugo Zapata en Medellín y Antioquia
Pórticos, la famosa entrada al aeropuerto José María Córdova, en Rionegro
Fue en 1986 cuando Hugo Zapata se ganó un concurso de esculturas convocado por la Aeronáutica Civil para el Aeropuerto José María Córdova de Rionegro. Se llama Pórticos y fue hecha en lámina de acero.
“El artista recuerda que el viaje se inicia al cruzar el marco de la puerta de la casa. Un aeropuerto es la metáfora de una gran puerta por donde se entra y se sale. Los pequeños marcos de metal construidos para alojar las rocas de Bahía Solano se transformaron en inmensos pórticos de 18 x 18 x 0,60 metros. Se estaba produciendo la cuarta ruptura en la obra de Hugo Zapata: la de la escala”, escribió Juan Luis Mejía en el libro que remarca la obra de Hugo Zapata, publicado por Villegas Editores
“Vi de pronto que el paisaje debería ser destacado: sentí que uno debía decir: mire esa nube, esa colina, ese bosque. Asocié esto con la idea de pórtico, y vi que ella me daba una opción racional, geométrica, para destacar algunos momentos privilegiados de ese paisaje. Así desarrollé Pórticos, que son como dibujos contra el cielo, contra la naturaleza, que la enmarcan y le confieren un orden”, dijo el artista.
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La idea de Zapata era ubicar unos elementos metálicos, pintados con colores reflectivos, para que se vieran de noche. Tres arcos rojos en la vía Medellín-Bogotá; tres verdes en la carretera a Santa Elena y tres amarillos en la via Las Palmas, para confluir en la entrada del aeropuerto, donde se levantaron seis elementos, de iguales dimensiones. Lo particular de esta historia, que lo constata Juan Luis Mejía, es que de los quince Pórticos propuestos solo se construyeron los seis que dan acceso al aeropuerto.
Estelas, en los alrededores de la sede de Suramericana
En 1987, Suramericana de Seguros entregó a la ciudad de Medellín la obra Estelas, de Hugo Zapata, un ensamblaje de mármol y vidrio de tres metros de base y dos metros y medio de altura, instalado en los jardines de la sede central de la Compañía. Es para Suramericana, “una obra abierta que pertenece a la ciudad”.
Juan Luis Mejía explicó que luego de analizar el entorno y definir la escala, Hugo Zapata viajó a las canteras de mármol de Cementos Rioclaro, en el Magdalena medio antioqueño. “Ante la visión de la montaña desnuda, el artista quedó maravillado: durante miles de años, hilos de agua habían labrado canales y hendiduras, esculpiendo extrañas figuras en la superficie de mármol. Escogida la roca, fue trasladada a Medellín para ser cortada en grandes bloques, siguiendo las insinuaciones dejadas por el fluir del agua en su recorrido milenario. Entre bloque y bloque ubicó lajas de vidrio, las cuales, con su transparencia, recuerdan que allí había trabajado el agua”, dijo.
Al final la obra juega con el espacio y el verde de estos jardines, dando una sensación de serenidad en una zona urbana que es bastante congestionada (al lado está la conocida Calle Colombia que va, por un lado, hacia el centro de Medellín y por el otro hacia el estadio de fútbol Atanasio Girardot).
Jardín de piedras, Edificio Colmena en El Poblado
Caminando por la avenida El Poblado, exactamente en la Carrera 43a # 1a sur, se va a encontrar con este Jardín de piedras que el maestro Hugo Zapata realizó en 1989 y son en total 7 piedras distribuidas en 17 metros de largo por 4,8 de ancho.
Son hechos en piedra y concreto pintado y estas miden un poco más de 2 metros de altura.
Entreaguas, en Unicentro Medellín
El 6 de noviembre de 1991 se inauguró en Medellín la Ciudadela Comercial Unicentro, una obra de Pedro Gómez Barrero. Como parte de la celebración se entregó Entreaguas, obra escultórica de Hugo Zapata, cuyas dimensiones y características la hacen partícipe de la vida de un amplio sector de Medellín. “En ella, por el manejo respetuoso y refinado de la naturaleza, las rocas, el agua y el sol adquieren especial interés para el ciudadano”, decía la reseña de EL COLOMBIANO en 1991.
Esta es otra de esas obras del maestro Zapata incorporadas a proyectos arquitectónicos de la ciudad.
Esta escultura fue hecha en concreto y pizarra y tenía una fuente de agua que en este momento no funciona. Mide 3 x 75 metros divididos en dos taludes de 3 x 37.5 metros.
Ágora, dentro de la Universidad Eafit
Fue en el año 2000 cuando la Universidad Eafit de Medellín encargó a Zapata la construcción de una obra escultórica para acompañar la gran biblioteca que se estaba construyendo en el campus. Juan Luis Mejía detalla que luego de participar en la vida cotidiana de la universidad, de estudiar las escalas, y la relación con el paisaje circundante, Hugo Zapata decide construir un espacio escultórico a la manera del espacio elaborado por el grupo de Matías Goeritz en El Pedregal, en la Ciudad Universitaria de México.
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“El Ágora de Eafit remite de inmediato a la plaza pública de la antigua Grecia. Es un lugar vivo, de participación, que contribuye a definir la universidad como lugar de encuentro, de diálogo de conocimientos. A pesar de que la aglomeración de rocas aparenta un ordenamiento arbitrario, aleatorio o al azar, la obra obedece a un plan estudiado con rigurosidad”.
Testigos, en la Seccional Oriente de la Universidad de Antioquia en el municipio El Carmen de Viboral.
Cuentan en la Universidad de Antioquia, que esta obra, ubicada en su seccional Oriente consta de 3 monolitos en lutita, “que vigilantes otean el entorno metafísico de su emplazamiento. Cada uno a su manera, se yergue altivo y dominante porque saben de sus ancestros con la tierra que les dio su origen: la piedra siempre piedra antes del hombre, piedra que sube más alta que el hombre, piedra esculpida y acariciada por el hombre (Armando Montoya). En sus propias palabras: ‘Son obras que aluden a la piedra tallada por el hombre en todas las culturas, se refieren a él con su presencia vertical, a su huella heredada desde los inicios de las civilizaciones’”.
El emplazamiento de esta obra se hizo en 2015, pero desde 2013 Hugo Zapata trabajó en ella. Sus medidas son 2.32 x 1.47 x 0.19 m.
Oriente, dentro de la Universidad de Antioquia
El maestro instaló basaltos (rocas volcánicas con formas especiales) cuya geometría tienen forma de lápices que miran el cielo. Se inspiró en el sentido colectivo de la Alma Mater.
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Oriente es un cúmulo de 215 pórfidos (rocas compactas y duras) en homenaje a los años que tiene la Universidad de Antioquia (la escultura fue instalada en 2018). Cada uno mide entre 120 y 150 centímetros y están puestos en un “espejo de agua” de diez metros de diámetro en granito negro.
El escultor fue influenciado por los incas, quienes hacían espejos estelares a partir de rocas de granito. En ellos se asomaban a ver las estrellas para determinar las épocas de lluvia y, por tanto, cuándo podían sembrar. Oriente está ubicado en la Ciudad Universitaria, costado nororiental Estadio Universitario.
Obra de Hugo Zapata en Bogotá
Longos, en la avenida El Dorado
Está ubicada en el separador de la Calle 26 con Carrera 50 en Bogotá desde 1994. Cuenta el libro de Villegas Editores que es una escultura pública ubicada en la avenida El Dorado de la capital. “Son tres figuras triangulares, construidas en lámina de hierro, de más de treinta metros de longitud, que recuerdan las formaciones de la Serranía del Baudó en el departamento del Chocó, que al llegar a la orilla, se sumergen en las profundidades abismales del océano Pacífico, cual colas de inmensos lagartos que emergen de la mar”.
La obra tuvo una restauración en 2018 por parte del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural en Bogotá tras una inversión superior a los $73 millones, pero en 2019 fue víctima de vandalismo.
