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Aunque el pronóstico del clima auguraba calor para este fin de semana, las predicciones no fueron acertadas y parece que al Hay Festival en Jericó lo acompañará la lluvia. El primer traspié: tener que pasar la conversación de apertura entre Óscar Molina y Perla Toro (con la proyección de La casa de Mama Icha, que estaba planeado en el Parque Principal) al Teatro Santa María.
Por fortuna, antes se había alcanzado a disfrutar de la proyección de El niño y el mundo de Alê Abreu, una cinta animada en técnicas mixtas, que todos los asistentes pudieron acompañar con crispetas, un olor que llenó el parque por horas.
Antes de la proyección de La casa de Mama Icha, Óscar Molina compartió con el público el extenso proceso que vivió para sacar adelante el relato y adelantó parte de su próximo trabajo, que también está enfocado en la relación de los migrantes con la casa, pero esta vez se sitúa en México. Molina afirmó que filmar los documentales le había afectado personalmente y que tuvo que tomar distancia antes de seguir con su proyecto de largo aliento.
Hugo Jamioy puso la primera palabra
A las 9:30 de la mañana, en el Museo de Arte Religioso, el poeta camëntsá (pueblo originario del Valle de Sibundoy, Putumayo) conversó con Selnich Vivas sobre botamán cochjeno juabó, “pensar bonito”, el concepto que en la lengua camëntsá corresponde a poesía. Vivas y Jamioy hicieron especial énfasis en la importancia de conocer y conservar las 65 lenguas indígenas que hay en Colombia.
“Es la palabra la que nos permite transitar con los pasos permitidos por la tierra. No es mía, ha sido construida por muchos abuelos y tengo la fortuna de compartirla. Esta no es mi palabra, sino la construcción de la palabra por siglos”, afirmó Jamioy, que en su poesía trata de difundir la lengua y la sabiduría de su pueblo, no es su subjetividad la que habla, sino la conciencia colectiva.
Jamioy, gracias a una pregunta del público, llamó la atención sobre el deterioro de la sociedad en general y la inacción de la mayoría, que deja que otros decidan por ellos. Además, llamó a crear comunidad y expresarse con maneras propias. “Tenemos que recuperar la capacidad de inventar, hemos perdido la capacidad de crear por copiar lo de afuera. Nuestros abuelos se dieron a la tarea de inventar, para hacer el bien, no para desprendernos del mundo. Para experimentar la profundidad de la vida tenemos que inventar cosas para hacernos sentir bien, música, danza, ¿cuál es su territorio?, ¿cómo lo recorren?”, concluyó. Preguntas que comienzan a plantearse desde el Suroeste antioqueño.
Periodista cultural del área de Tendencias de EL COLOMBIANO.