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Cada vez que la maestra caleña Lina González Granados tiene que empezar a trabajar con una orquesta siente como si entrara a hacer parte de un ecosistema diferente. A veces es en una ciudad estadounidense, otras en una europea y unas más en alguna latinoamericana, pero ella es adaptable, dice, y trata de entender en el menor tiempo posible al grupo de músicos que tiene al frente.
González llega con sus partituras, se presenta y desde ese instante se dispone a hacer parte de ese grupo con el que coincide por unas horas a través de una pieza. “Cada ciudad del mundo tiene una cultura musical distinta”, pero ella tiene claro el destino al que quiere llegar.
Antes de la pandemia, se enfrentaba a ese reto cada semana. Estar con una orquesta apenas por un par de días, tomar un avión, llegar a otra ciudad y ensayar una obra diferente en otro lugar. Por eso, casi siempre, anda pensando en cómo “entrar a un nivel profundo musical en un tiempo tan corto”, cómo hacerlo mejor para obtener los mejores resultados y no ser una especie de intrusa en ese ecosistema, sino fluir en él.
Llegar a ser una maestra
González Granados nació en Cali, inicialmente se formó como músico en el país, debutó con la Orquesta Juvenil de Bellas Artes en Cali en 2008. Ha continuado su carrera en Estados Unidos, ya es Doctora de Artes Musicales en Conducción de Orquesta por la Universidad de Boston y se ha desempeñado como fellow (una posición que involucra la asistencia en dirección) en espacios como la Sinfónica de Seattle y la Orquesta de Filadelfia.
Es la directora artística de un proyecto de orquesta de cámara llamado Unitas Ensamble, desde donde se ha propuesto a difundir repertorio latinoamericano en Estados Unidos y ponerlo al acceso de las comunidades (ver Radiografía).
En septiembre compitió en la primera edición de La Maestra, un certamen que organizó la Filarmónica de París (que agrupa varias orquestas francesas) y que buscaba divulgar la labor de más mujeres directoras a nivel mundial y darle continuidad al seguimiento de sus carreras. Recibió el tercer lugar en ese certamen, recientemente también recibió la medalla de Excelencia Sphinx 2021 y ganó la Competencia Internacional Sir Georg Solti de la Sinfónica de Chicago, que implicaba ocupar un rol de apoyo y aprendizaje con el maestro Riccardo Muti en esa orquesta.
El panorama femenino
La Maestra destacaba desde el planteamiento del concurso mismo que solo el 4 % de directores programados por instituciones musicales francesas eran mujeres. “Una de las cosas más impresionantes de esa competencia es que éramos 12 directoras inicialmente y, entre ellas, tres éramos latinas y dos colombianas. Eso es altísimo”. Allí también estuvo la antioqueña Ana Patiño, “extraordinariamente talentosa, uno de los grandes talentos que tiene el país”.
González siente que en Estados Unidos, donde más trabaja, quizá la participación femenina en la dirección orquestal no pasa de entre el 2 al 5 %, pero sí ha habido avances frente a cuando llegó en 2010. Desde su experiencia laboral, González Granados ha contado con un fuerte apoyo de figuras como la maestra Marin Alsop, quien ha estado enfocada en apoyar la carrera de otras mujeres directoras. Con ella desempeñó un fellowship entre 2017 y 2019.
“En Filadelfia, Erina (Yashima) y yo, somos las primeras asistiendo dentro de esa orquesta como mujeres” y González Granados es la primera latina. Señala que en ese país sí hay un movimiento para visibilidad de las directoras y ampliar sus opciones de trabajo, pero hay cosas por trabajar, como que además de la barrera de ser mujer, se alzan otras que ella y muchas directoras tienen que sortear: la de “ser una mujer que no es blanca”, ser latina o tener otros orígenes raciales.
Otro movimiento se está gestando en ese ámbito y está tratando de equilibrar la oportunidad de personas que pertenecen a las minorías raciales que viven y trabajan en ese país. “Hay muchos artistas extraordinarios y lo único que traen es diversidad. La lucha por ampliar este campo no solo se relaciona con el género”.
En cuanto a América Latina y Colombia, considera que esas barreras de diversidad de género no se romperán si no se toman medidas también desde las orquestas, para estar siempre al tanto “de quienes están haciendo cosas interesantes y los inviten”, porque sí hay mujeres compositoras, directoras y solistas. “Tenemos un montón de maravillosas solistas nuevas tratando de tener un espacio en las salas de concierto de nuestro país”.