Ver al humano como un gato encerrado en una caja que, aunque con mucha imaginación, solo ve lo que hay allí adentro, es una metáfora que hace comprensible que exista el prejuicio, ese que se queda con las primeras imágenes.
El escritor y divulgador científico mexicano José Gordon propone este ejercicio mental a partir de un experimento que hicieron los premios nobel Torsten Wiesel y David Hubel cuando estudiaron la percepción de los gatos al nacer. Sus nervios ópticos se terminan de desarrollar en los primeros días de vida, por lo que los científicos decidieron ponerlos en cajas en las que no podían ver más allá de las líneas horizontales.
Gordon cuenta que al sacarlos se tropezaban con las patas de las sillas y las mesas porque no podían ver lo vertical. Por lo que imaginar, dijo, quiere decir salir de esas cajas perceptuales y “Bachelard nos dice que esas imágenes primeras que vemos, las líneas horizontales en el caso de los gatos, son nuestra cárcel, son nuestra caja de la que tenemos que saltar, ir más allá de lo que nos está delimitando para poder ver y hacer conexiones de imágenes que no tenemos aparentemente a nuestro alcance”.
Ciencia/literatura
En su libro El inconcebible universo (Sexto Piso, 2017), Gordon aborda la conexión entre estas disciplinas que con teorías y paradojas explican la realidad humana. Acompañado con ilustraciones de Patricio Betteo, los ensayos reflexionan sobre el Aleph de Borges, la teoría de cuerdas y la búsqueda de una teoría que unifique la física del universo.
El libro pretende explorar cómo del entendimiento y de la pasión por entender pueden surgir las transformaciones. Gordon, quien dirige la serie de televisión Imaginantes, transmitida por Televisa y premiada en el Festival de Cine de Nueva York, admira el pensamiento imaginativo de los científicos. Él sabe que la teoría científica se define con ecuaciones y trata de evitar la ambigüedad, mientras que la literatura plantea la capacidad de abrirse a los diferentes sentidos y significados que pueden tener las cosas.
“El milagro poético consiste en verter un océano de significados en una tacita de té”, dijo en una entrevista que le hizo el diario Milenio de México en 2017.
Pero “hay una crisis de la imaginación”. Por eso está convencido de que la ciencia y la literatura, aunque parecen dos caras de una misma moneda, “nos alejan de los paradigmas usuales en los que nos movemos”.
El problema sobre el que reflexiona el mexicano es que los humanos viven atrapados en muros de diversas naturalezas: clasificaciones, etiquetas, “cosas que no permiten que desplieguen la complejidad que somos como cultura”.
El escritor del boom latinoamericano Carlos Fuentes decía que “destruimos al otro cuando no somos capaces de imaginarlo”. Por lo que las metáforas literarias y las preguntas por la naturaleza podrían ser el camino que libere a los humanos de la prisión perceptiva.
Gordon invita a usar el potencial de esas cien mil millones de neuronas del cerebro y activamente combatir las limitaciones de la creatividad con una dosis de literatura y ciencia. Su vida la ha dedicado a contagiar a otros: “Entre más se sabe sobre cualquier cosa que le inquiete, hay más posibilidades de una transformación creativa”.
Ahora que vino de visita a a presentar su libro recomienda tres lecturas que asegura estimulan el músculo de la inteligencia en su relación con la creatividad. En los recuadros puede degustar algunas de las provocaciones (un cuento, un poema y un experimento científico mental) mencionadas por el escritor en el Auditorio del Parque Explora, como invitado a la Fiesta del Libro. Estos podrían ensanchar los límites de lo que usted entiende como realidad.