Allá en Nashville, donde son bien musicales, vive Michael Schulze Fröhlich. Si él no menciona su segundo apellido, cualquiera se puede imaginar que es alemán. Entonces, cuando dice Fröhlich Echeverri, delata que además de europeo tiene algo de latino, un detalle que se suma al pelo negro y a la piel trigueña.
Michael creció en Medellín, su padre sí es alemán, y su mamá, la que le dio el Echeverri, colombiana.
Para mantener un tipo de conexión con sus orígenes paternos, Schulze, de 24 años, estudió toda la escuela primaria y secundaria en el Colegio Alemán, el lugar en el que comenzó su relación con la música.
Según cuenta, su historia musical es tan extraña como la mezcla de sus apellidos. Tenía siete años cuando quiso impresionar a una compañera del colegio, por esa razón decidió ingresar a la orquesta y tocar el violín.
Ese fue solo el comienzo de un amor, no con la chica que le gustaba, pero sí con la música. Ese sentimiento empezó a consolidarse a los 16 años cuando inició sus estudios de canto y guitarra con los músicos John Edison Bolaños y Alberto Trujillo Vélez. Al mismo tiempo, el joven hacía parte de una banda de rock en el Alemán, en la que fue cantante, guitarrista y hasta compositor. Schulze cuenta que en esa época empezó a sentir que estaba muy interesado en la música, y tomó la decisión que le cambiaría la vida: audicionar en Berklee Collegue Of Music, en Boston (Estados Unidos), una de las universidades más famosas para aprender música en el mundo.
Ese día tocó la guitarra, una canción que compuso tres días antes de la prueba. Después le preguntaron si sabía leer música e interpretó una canción que le asignaron para confirmarlo. Además, indagaron por sus deseos de ingresar a la institución.
Michael consiguió el cupo, estudió dos carreras: film scoring (música para películas) y CWP (producción y composición musical).
En Berklee, según cuenta, fue un afortunado, conoció a Michael Sweet, reconocido por ser el creador de los sonidos del Xbox 360, la popular videoconsola de Microsoft. También tuvo un curso con Claudio Ragazzi, que ha sido nominado al Grammy, y todo eso alimentó más su pasión por la música, relata Michael.
Ahora está convencido que enamorarse de la música fue la decisión correcta, que esa unión fue la perfecta porque le ha permitido trabajar en proyectos y con personas que nunca pensó que iban a estar a su alcance.
Cuando era adolescente, por ejemplo, escuchaba a la banda alemana de neometal 4LYN que, como él, también habían empezado en la música desde el colegio. Ahora, gracias a su trabajo, tuvo la oportunidad de colaborar con Ron Cazzato, el exvocalista de 4LYN. Eso para Michael fue increíble.
Ron vio el potencial en la música de Michael y la banda que ahora tiene (Invisible Heroes-, con el húngaro americano Danny Nagy, y el irlandés venezolano Eidan Molina), que aceptó crear dos canciones con ellos, una para su álbum personal y otra para la agrupación de Michael que está por lanzar su primer EP (un álbum con menos canciones).
A esa experiencia también ha sumado, trabajos que ha tenido desde su estadía en Nashville para compañías como Warner Chappell, en la que produjo y compuso un álbum de electroswing; y para Latnic (Latin America and Caribbean Network Information Cent) en la que fue el productor de un jingle.
Este paisa-alemán colabora con cantantes como Brittanny Butler, quien paso varias rondas en el reality estadounidense The Voice.
Además de eso fue invitado por el reconocido compositor Michael Whittaker que ha hecho la música de famosos programas de televisión como Tortugas Ninja y Power Rangers, para añadir contenido en Reelwittywerkz, una librería musical para televisión y películas.
Así es que tal vez sus composiciones sonarán en la TV y la gente podrá decir: eso lo hizo un músico paisa. Michael está seguro de que así será.