Las peleas con compañeros, conocer los papás de la novia en la adolescencia, los sonámbulos en la niñez... Esos momentos de la vida que nos llenan de miedo los recoge Julio Escallón en su stand up comedy más reciente: Sin susto.
La obra ya ha tenido presentaciones en Bogotá (en el Teatro Nacional y el Teatro Libre) y en Estados Unidos (en Miami y Las Vegas), donde ha sido interpretada en inglés. La obra está en una pequeña temporada en Medellín y se presentará este fin de semana en sus últimas funciones.
Julio es un dramaturgo con más de 20 participaciones en obras de teatro. En televisión ha actuado en telenovelas y seriados como Cámara Café o La Venganza o Garzón vive. Ha participado en shows como Los comediantes de la noche y en el programa Stand-up Sin Fronteras de Comedy Central.
¿Cómo surgieron los temas?
“Es un ejercicio de memoria asustadora [risas]. En la niñez mi primer susto era ver unos cuadros religiosos de un amigo de mi mamá que pintaba deidades; o, por ejemplo, en mi familia todos eran sonámbulos y era normal llegar tarde y encontrarlos conversando a las 2 de la mañana; también hay cosas más sutiles como el miedo a no ser querido”.
¿Desde hace cuándo hace stand up comedy?
“Desde el colegio. Era muy inquieto y estuve en varios; era como una vocación de gira con la comedia. A mi mamá le llegaban con el cuento de que no me aguantaban. Tenía muy buenas notas pero a toda hora hacía chistes. Fui luego a estudiar drama a Nueva York a micrófono abierto. Luego llegué a Colombia en un momento en el que estaba sucediendo una transición a stand up”.
También lo presentó en inglés, Not really scared, ¿cómo le fue?
“Creo que mi humor ha funcionado en inglés porque trabajo con conceptos universales. Trabajé en algún momento en publicidad en la agencia Leo Burnett en publicidad. El director de entonces, Juan Carlos Ortiz, nos decía que si queríamos aspirar a premios internacionales no nos podíamos quedar en juegos de palabras o localismos sino en conceptos universales. Creo que esto no aplica solo para comedia sino en cualquier situación”.
Y en cuanto a la dificultad de la traducción...
“He notado que tiene que ver más con el ritmo y la cadencia del lenguaje que con hacer chistes en otro idioma. No es justo cuando un gringo cuenta un chiste en español y la gente dice que no es gracioso; en realidad no tiene que ver con el chiste sino con la musicalidad del lenguaje. El reto está ahí”.
¿Con qué público le va mejor?
“Con el público colombiano puedo tomar más riesgos. La gente está dispuesta a dejarse sorprender. Los colombianos tienen una tradición de comedia de más de 100 años; han visto de todo. No tienen un parámetro establecido de cómo es alguien chistoso sino que son críticos con las propuestas nuevas en la comedia”.