En la primera noche, el olor a crispetas llenó el Parque Principal, la noche de cine con El niño y el mundo de Alê Abreu prendió las luces y abrió los ojos. Las campanas de la iglesia sonaban cada hora como marcando la fiesta y hasta se sentí que no era anunciando la misa sino las ideas que se estaban preparando.
En bicicleta, a caballo, a pie, en moto, todo valía para llegar, pero la fuerte lluvia hizo que la charla inaugural y la proyección del documental La casa de Mama Icha terminara en el Teatro Santa María, donde los valientes que decidieron enfrentar la lluvia miraban con celos las sombrillas magenta que colgaban frente al teatro.
Óscar Molina presentó su documental contando el extenso proceso de dos años solo de grabación. La vivencia le dificultó tomar distancia y en parte siente que se le “jodió” la vida. Le gustaría escribir lo que se quedó por fuera y cómo terminó la historia, pero no volver a mirar el material. También está trabajando en un documental similar, en México. En un pueblo rico, lleno de casas construidas con remesas, todas vacías, pues sus dueños siguen en otros países produciendo el dinero para mantenerlas. Está en proceso de edición.
De la proyección de La casa de Mama Icha se puede decir, sin hacer ningún spoiler, que la idea de que el tinto se tome con azúcar produce fuertes muestras de inconformidad entre el público y que ver un gato en cámara despierta suspiros.
La súplica por frenar la minería sigue presente, en la plaza, en algunos carteles y en el corazón de muchos jericoanos.
Otra cosa que se vive en el aire es el avance en términos de servicio para los turistas. La ruta gastronómica es una muestra de lo que ha traído el festival a Jericó. Juan Gabriel López, jefe de prensa de Comfama, entidad organizadora del Hay, contó que luego de la primera edición del Hay en el municipio, en la que los restaurantes colapsaron por la cantidad de visitantes, se trabajó con los emprendedores locales para ofrecer cartas y opciones de pago que les permitieran aprovechar a los visitantes, además mejorar sus procesos de servicio.
Día dos
El primer evento en la catedral fue la misa de siete, pero en el Museo de Arte Religioso, en los bajos del edificio, habló a las 9:30 a.m. el poeta camëntsá Hugo Jamioy. Conversó de las formas de su poesía colectiva. Luego Pablo Montoya contó en el Museo Maja sobre su libro La sombra de Orión y Mauricio García, en el Teatro Santa María, recibió un regaño por criticar los libros de autoayuda, sobre los que terminó afirmando que contienen una nuez de verdad.
La Filarmónica Emberá-Chamí ensayó con público en el parque, mientras los restaurantes se llenaban. A las 4:30 de la tarde fue la conversación de Martín Caparrós con Luz María Sierra, donde recordaron su primer encuentro en un taller con Ryszard Kapuscinski en el que habían coincidido años atrás en Buenos Aires. Caparrós habló de los clichés que quiso desmontar con su libro Ñamérica, contando que América Latina es un territorio más pacífico de lo que se cree en el siglo XX y que en el siglo XXI solo 5 países tienen cifras altas de violencia, por cuenta del paramilitarismo y el narcotráfico. Venezuela es un caso aparte y Brasil se queda por fuera del análisis, por ser tan grande y diferente. Además del idioma, la Ñ que le da nombre al libro, tristemente el racismo y la desigualdad son cosas que nos unen como continente.
También afirmó que han pasado demasiados años para seguir echándole la culpa a España de todas las desgracias, cuando los gobiernos locales hace tanto tienen el control. Aunque considera que España sí debe pedir perdón. Habló de las cinco olas de población. La del Estrecho de Bering, los que llegaron con el descubrimiento, los negros que trajeron después y los migrantes europeos de finales del siglo XIX. Ahora hay una ola de salida.
A la entrevista de Santiago Gamboa y Adriana Cooper le hizo falta un poco más de conversación. A pesar de que el escritor se encontraba en remoto por temas de covid, los medios técnicos daban para un poco más de fluidez, así como el interlocutor. Fue interesante el panorama que pintó Gamboa de la literatura colombiana contemporánea, pues afirmó que escritoras como Pilar Quintana han llevado la literatura a otras geografías y reflexiones. Es una generación que se atreve a la crítica.
El cierre fue con el concierto de la Filarmónica Emberá-Chamí en ensamble con la Filarmed. Abrieron con Pueblito viejo y un agradecimiento por el buen clima, que permitió disfrutar de todo el espectáculo. La Filarmed tocó clásicos de compositores colombianos como La barca y Espumas, además agradecieron la oportunidad de entrar en contacto con la música tradicional indígena que los saca de su repertorio occidental. La Filarmónica Emberá-Chamí tocó canciones sobre la madre tierra, rituales para sanar el espíritu y bailar, a lo que el público respondió con pasos y palmas.
Día tres
Carl Langebaek, en conversación con María del Rosario Escobar, presentó un libro tan fundamental como lo es Historia mínima de Colombia de Jorge Orlando Melo, solo que Langebaek se centra en los 14.000 años del territorio colombiano, frente a lo que los años posteriores a la Conquista parecen muy poco. Antes de Colombia es producto de años de trabajo arqueológico y derrumba cientos de mitos sobre las comunidades indígenas locales, como su supuesta falta de avance y sumisión a los españoles, que más bien se trataba de un concepto diferente sobre la vida y las relaciones sociales.
Cerró Pilar Quintana, en conversación con Marta Nebot, sobre el proceso de Los abismos. La novela premio Alfaguara del año pasado invita a nuevas lecturas, que los antojados podían comprar en el Parque Principal, en una feria de librerías y editoriales que se montó en el parque.
“Ha sido muy emocionante volvernos a encontrar y ver cómo la cultura nos logra unir para darle valor al pensamiento, a explorar nuestro pasado, pensar nuestro presente e imaginar nuestro futuro”, dijo Cristina Fuentes La Roche, directora internacional del Hay Festival.
Frente a la edición presencial de 2020, esta cuarta creció 10 % en asistencia, y la ocupación hotelera del municipio llegó al 100 %, que es igual a 1.350 camas. Las editoriales independientes alcanzaron ventas de más de 7 millones de pesos.
Se abre la puerta al Hay Festival de Medellín, que comienza este martes.