A sus 71 años, Oliva Sánchez es un espectáculo en la tribuna: salta, canta, hace sonar su corneta y ya está sin voz de tanto gritar. Es la Abuela Poderosa, una mujer que ha pasado la mayor parte de su vida siguiendo al Medellín por todos los estadios de Colombia.
Ella, fanática número uno del DIM y amante del fútbol desde muy joven, no podía perderse el debut de su nieto Andrés Felipe Moncada, el volante de marca número 12 del cuadro rojo que ayer venció 1-0 a Salsipuedes y avanzó a los cuartos de final, para felicidad de los aficionados escarlatas.
“Hice una maleta muy grande, me vine de Bogotá desde noviembre para estar con él en la eliminatoria y cuando lograron el cupo me quedé para su debut en el Ponyfútbol, no me he perdido ni un partido”, afirma la experimentada mujer que viajó a Venezuela y Argentina para acompañar el Poderoso en la Copa Libertadores.
Esos años de ir de estadio en estadio le han permitido volverse en una experta.
Sufrida clasificación
Ayer, esta carismática dama sufrió más de lo esperado, ya que Salsipuedes de Girardot dio la pelea y en más de una ocasión la hizo gritar de angustia por lo cerca que estuvo de marcar. Casi se le sale el corazón, pero al final todo fue felicidad.
Todo era angustia y doña Oliva no aguantaba ver sentada el partido, por eso junto a la baranda gritaba y animaba a los jugadores. Ya en el minuto 21 de la parte final, el central decretó un penal y la tensión llegó a lo más alto.
El delantero Miguel Ángel Monsalve tomó el balón y cobró de manera magistral, desatando la algarabía de doña Oliva y la barra del poderoso, que fiel se instala desde muy temprano en las graderías de la Marte 1 para acompañar a los chicos.
“Mija, con el equipo profesional o con estos chiquitines, es sufrido, luchado y peleado. Pero así nos gusta más porque es algo que se gana con sudor y dejando la piel en la cancha”, afirma la abuela, consentida en la gradería.
Ella, admiradora número uno de Giovanni Hernández, a quien dice adorar desde que llegó siendo un niño proveniente del América de Cali, no le pierde pisada a su nieto y por eso seguirá siendo la primera en llegar a la Marte 1 para apoyarlo. “De acá salgo a Belén a descansar, a recuperar fuerzas porque el próximo partido tengo que estar diez puntos para hacer barra”.
Mientras Andrés Felipe viene presuroso a abrazarla, ella es su amuleto de la buena suerte. “Desde que ella llegó hemos logrado todo, la clasificación y vamos a buscar el título, se lo queremos regalar”, dicen el chico de 12 años que admira a Frank Fabra y a Daniel Torres, de quien afirma es un guerrero de buena pegada, así como él.
Juntos salen felices de la cancha, hablando sobre el partido y planeando la próxima venida al campo. “Hay que seguir luchando, así se alcanzan los sueños”, le dice la dulce abuela al jovencito que va con su camiseta del DIM, orgulloso por la clasificación y soñando en portar, algún día, la número 16 del equipo profesional.
