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Un salto olímpico con Ángel Hernández

El único representante de la gimnasia de trampolín de Colombia en las olimpiadas de París, compartió un entrenamiento con El Colombiano.

  • Ángel Hernández tiene 28 años. Nació en España, pero lleva 10 años radicado en Colombia, de donde son sus padres. Fotos Manuel Saldarriaga
    Ángel Hernández tiene 28 años. Nació en España, pero lleva 10 años radicado en Colombia, de donde son sus padres. Fotos Manuel Saldarriaga
  • Ángel, compartiendo sus conocimientos con el periodista Brandon Martínez González.
    Ángel, compartiendo sus conocimientos con el periodista Brandon Martínez González.
02 de junio de 2024
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“Párate en el cuadro del centro. Sí, es normal que te hundas un poco, por el peso del cuerpo. Pon los dos pies rectos, uno a cada lado de la cruz que está en la mitad del cuadrado. Respira profundo para espantar los nervios y solo salta. Sí, así. Bueno, dale un poco más alto, sin miedo. Ten cuidado, no te vayas hacia adelante. Eso, aquí en la mitad es mucho mejor”.

El gimnasta olímpico colombo-español Ángel Hernández estaba parado en el borde de uno de los tres trampolines que tiene el coliseo Jorge Hugo Giraldo de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot. Tenía una camiseta verde menta con el logo del Mundial de la disciplina que se realizó en Sofía, Bulgaria, en 2022 y una pantaloneta negra corta, tipo futbolista ochentero.

Desde donde estaba daba indicaciones a un periodista que, dicen las malas lenguas, quiere ser deportista olímpico, pero el nivel solo le da para ser uno de bajo rendimiento.

El reportero, parado en el centro del trampolín, llevaba puesta una licra negra que le prestó una familiar la noche anterior y le quedaba un poco apretada, una camisilla del mismo color que resaltaba la falta de bronceado de sus brazos, y escuchaba con atención las indicaciones de Ángel.

Un maestro paciente

“Veo que estás bien ubicado con el salto. Ahora quiero que subamos un poco el nivel. Levanta los brazos y brinca sin bajarlos. Haz 5 saltitos”, indicó Hernández en su castellano impecable que algunas veces se mezcla con una que otra terminación fonética cantada, como si fuera antioqueño.

Ángel, compartiendo sus conocimientos con el periodista Brandon Martínez González.
Ángel, compartiendo sus conocimientos con el periodista Brandon Martínez González.

El gimnasta nacido en Albacete, España, hace 28 años, tiene el brazo izquierdo completamente tatuado y lleva una década radicado en Colombia. Sus padres son colombianos y hacia 2013 les entraron ganas de volver a su país, retornar a las raíces.

Después de pensarlo mucho, lo hicieron en 2014, cuando desde el Comité Olímpico Colombiano les propusieron que vinieran al país para ayudar a conocer y masificar la gimnasia de trampolín, que tenía poco reconocimiento.

Colombia siempre se ha caracterizado por tener grandes deportistas en la gimnasia artística: Jorge Hugo Giraldo, que en Atenas 2004 fue el primer colombiano que logró clasificar a los Juegos Olímpicos en esta disciplina deportiva, Jossimar Calvo, y recientemente Ángel Barajas. Sin embargo, en el trampolín no tenía un gran historial.

Ángel, su madre Katish Rescalde, su hermana Katish Hernández y su cuñado Álvaro Calero, aceptaron el reto de ser los maestros que posicionaran esta especialidad en territorio cafetero.

Pero no ha sido fácil. En un primer momento porque debieron separarse. Ángel se vino para Antioquia. Su madre se radicó el Bogotá, ciudad a la que llegaron inicialmente. Su hermana y cuñado se fueron a hacer lo propio en Santander.

Pero el sacrificio valió la pena. Diez años después de ese primer momento la práctica de la gimnasia de trampolín ha crecido de manera exponencial en Colombia. En los Juegos Nacionales que se hicieron en el Eje Cafetero en noviembre de 2023, participaron más de 100 deportistas.

Eso se dio gracias al apoyo que han tenido los procesos de formación. Ángel Hernández es maestro, entrenador, del semillero que hay en Antioquia. Cada día entrena a los jóvenes prospectos del trampolín antioqueño entre las 9 de la mañana y las 11.

Un alumno “confianzudo”

Lo hace con una paciencia descomunal. La misma que tuvo con el reportero al que recibió un jueves cualquiera para enseñarle lo básico de la gimnasia y que acaba de caerse en la malla del trampolín después de dar un par de saltos con los brazos arriba.

En esa posición el abdomen tiene que estar apretado, la espalda lo más recta posible y las rodillas se tienen que doblar bien, para que se compense la falta de equilibrio que genera “saltar sin manos”. Después de un par de risas, el periodista se paró y, con algo de miedo, logró hacer el ejercicio.

“La está cogiendo bien”, le aseguró Ángel en un tono medio irónico a uno de los camarógrafos de este periódico. Entonces dio una indicación más certera. “Ahora no solo vas a brincar con los brazos arriba, sino que, cuando estés en el aire, vas a subir las rodillas y las vas a tocar con la palma de la mano. Vamos, se puede”.

El periodista lo miró pesaroso, escéptico. Por eso la última frase de Hernández, que aplaudió diciéndole “vamos, vamos”, como quien quiere dar motivación. El reportero se aventuró. Dio un par de brincos tímidos. Después logró doblar las rodillas en el aire. Luego bajó los brazos y puso la palma de la mano en la rótula. Lo hizo cinco veces.

Ángel lo vitoreó. Le dijo que lo iban a hacer juntos. Empezaron a saltar. El alumno se tomó confianza. Brincó más alto. Hicieron 5 repeticiones, pero después se fue al suelo. Bien han dicho varios sabios: en la vida no hay algo que engañe más que el éxito, la autosuficiencia, el sentirse seguro, realizado, porque en realidad uno nunca sabe. Todo cambia de un momento a otro.

Una vida llena de saltos

“Esa caída me recordó una que tuve cuando era niño. Yo saltaba en los muebles y la cama de la casa y alguna vez me fui derecho: me rompí la cabeza”, contó Hernández.

Ángel llegó a la gimnasia de trampolín por casualidad, cuando tenía 6 años. Su madre lo metió a él y a su hermana a más de 20 deportes para que quemaran toda la energía que tenían. Un día cualquiera, el futuro gimnasta olímpico fue a un entrenamiento de esta modalidad de su cofrade.

Le gustó y pidió que lo metieran a él también. Desde el primer momento tuvo una conexión grande con el trampolín. A los nueve años el entrenador que tenía en ese momento le dijo que debía enfocarse en la gimnasia. Dejó los otros deportes. Empezaron a llegar los logros: a los 12 años fue campeón del mundo, a los 14 de Europa y a los 18 se dio la oportunidad de venir a Colombia y empezar un camino por el lado olímpico.

Un salto “mortal”

Aunque lleva 22 años practicando gimnasia, Ángel aún siente nervios cuando se monta al trampolín. Sin embargo, le da más susto cuando tiene un aprendiz principiante como el reportero.

-¿Tienes EPS?

-Estoy en Sura.

-Entonces no tienes EPS, dijo Hernández con tono burlón. Después le indicó al periodista que iba a enseñarle a hacer una “mortal”, un giro hacia adelante en el aire para caer en una colchoneta después de brincar tres veces.

Al periodista se le aceleró el corazón. Le empezaron a sudar frío las manos. Una gota de sudor le bajó por la espalda. Pero se aventuró. Dio tres saltos tímidos en el trampolín para acercarse a la colchoneta.

Dudó antes de hacer la “pirueta”. La hizo torcida. Eso pasó por lo menos 50 veces. “La tienes lista, pero estás cagado”, decía Hernández, que le seguía indicando cómo hacerla. Al final, después de varios intentos, muchas risas y uno que otro golpe en la espalda, el reportero logró hacer una mortal “decente”.

“Vamos a ir juntos al próximo ciclo olímpico”, aseveró Hernández con una alegría genuina. Antes de empezar a enseñar con paciencia, hizo unas piruetas que incluían dos o tres giros en el aire, con las que espera traer una medalla olímpica a Colombia en el trampolín, deporte que requiere mucha concentración.

Para saber más

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