Con la mano en el corazón y mientras entonaba con todo el sentimiento el Himno Nacional de Colombia, Camilo Vera Carrascal lloraba inconsolable. Por su rostro juvenil corrían lágrimas de felicidad al recordar tantas jornadas de luchas y sacrificios, y a esas personas que le han tendido la mano. Era el momento de la premiación de barras paralelas, aparato en que hizo una excelente rutina que lo premió con la medalla de oro en el Mundial de Gimnasia Artística en Manila, Filipinas, y en el cual compartió podio dorado con el japonés Nao Ojima con un puntaje total de 13.866, superando al chino Lanbin Yang (13.600) y al estadounidense Leykin (13.600).
El cucuteño, de 18 años, se adjudicó luego la presea de oro en barra fija, esta vez con una calificación de 14.566, tras realizar un esquema con dificultad de 5.600, para imponerse a Leykin (14.233) y al filipino Karl Jahrel Yulo (14.000).
“Estaba muy concentrado. Llevo muchos años trabajando en ello, y me metí de lleno en la energía y la concentración necesarias para realizar la rutina con esa combinación”, señaló el deportista.
Su entrenador, Jairo Ruiz Casas, el mismo que pulió a Jossimar Calvo y Ángel Barajas, resaltó la actuación de su alumno avanzado: “La calidad de los competidores, más de 200 de Rusia, China, Japón, Gran Bretaña, Ucrania, Alemania, Estados Unidos, Brasil, Francia, España y todas las potencias, para nosotros es de mucha satisfacción poder lograr oro en paralelas, pero el título en barra fija es extraordinario. El americano tuvo un esquema limpio, igual el filipino y teníamos que jugárnosla”.
Homenaje a su mamá Zuleima
En una de esas celebraciones, Camilo miró al cielo y soltó una frase que a más de 17.000 kilómetros recibió su destinataria en Colombia, y que junto a su familia estuvo pegada de la transmisión desde las 12:00 de la noche del domingo hasta las 6:00 de la mañana de este lunes: “¡Te amo madre!”.
“No hemos dormido nada. Antes de las competencias hablamos y le dije que estuviera tranquilo, primero con mucha fe en Dios y que confiara en su trabajo. Que hiciera la rutina completa. Estuvo muy concentrado, él sabía que iba por esas dos finales lleno de fe, motivado y aferrado a las indicaciones del profesor para obtener un buen resultado”, relató Zuleima Calvo Carrascal, la mujer que ha luchado a brazo partido para sacar a sus hijos adelante (los otros dos son Jhan Carlos, entrenador de judo de la Liga de Norte de Santander, y Dana, judoca de selecciones departamentales y nacionales).
Le también: Camilo Vera, del Catatumbo a finalista mundial de gimnasia juvenil en Filipinas
La mamá que varias veces, y por falta de dinero, se llevó a Camilo y a sus hermanos para una finca de la región del Catatumbo, en Norte de Santander, una zona donde hoy el conflicto entre grupos armados ha generado el desplazamiento de cientos de familias. Allí sobrevivió hasta que pudo regresar a Cúcuta, donde alquiló una pieza y cuyo arriendo pudo pagar haciendo aseo en casas de familia; vendiendo comidas, rifas y minutos de celular.
Ella, de 38 años, con su esfuerzo permitió que sus campeones permanecieran en el deporte y ahora recoge los frutos.
Este lunes, en diálogo con EL COLOMBIANO, luego de recibir mensajes en los que Camilo le manifestaba que ella era el amor de su vida, su “madre hermosa que me brinda amor y apoyo” y que estaba agradecido con Dios, con el abuelo Lucio, con el profesor Jairo y todo el equipo interdisciplinario que contribuye a su preparación, Zuleima evocó momentos difíciles que, inclusive, lo han hecho pensar en retirarse de la gimnasia.
Uno de ellos, la lesión de columna que le impidió asistir al Mundial de Turquía en 2023, en el que su compañero Ángel Barajas obtuvo cuatro oros. “No podía caminar y por ende entrenar, eso le afectaba su calidad de vida”. Por fortuna, un tratamiento con células madre en Bogotá, con el aporte económico del profe Ruiz, la Liga departamental y algunas empresas, pudo realizarse y volver a la actividad que hoy lo premia como bicampeón mundial juvenil y lo hace luchar por un cupo en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.