Por Jessica Quintero Serna
Aunque todos los ciclistas coinciden en que es mejor pedalear en la carretera que en el simulador, también están de acuerdo en que este aparato estático, que se convirtió en el mejor aliado durante el confinamiento, exige más que rodar al aire libre.
Eso es lo que también opina Juan Pablo Restrepo, un ciclista aficionado que disfruta ponerse desafíos cuando está sobre la bicicleta, así como el que cumplió el fin de semana pasado cuando ascendió el alto de Letras sobre una bicicleta de 1970.
Para cumplir esa singular travesía, que afrontó junto a su amigo Sebastián Gil, su preparación incluyó carreras virtuales, como las jornadas de los miércoles de Clásico –que hoy cumplen su cita número 31– y los retos que EL COLOMBIANO ha organizado para que desde casa, los corredores rueden de forma segura.
“Cuando estábamos más encerrados era una forma muy bacana de estar en contacto con otros ciclistas y no perder el nivel que uno ha alcanzado. En el reto Peajes fui segundo en la categoría Máster B”, dice Juan Pablo, de 41 años, que también recuerda haber sido el primer ganador del Reto El Escobero que organiza cada año esta casa editorial de forma presencial.
Por esos beneficios, sumado a lo retador que también es para él pedalear en simulador, es que se mantienen jornadas como la de hoy, en las que los casi 200 participantes habituales que tienen los miércoles de Clásico, se miden a exóticos parajes.
El de esta noche será la ruta austriaca de Grossalm, que cuenta con una extensión de 27.3 kilómetros y 431 metros de ascenso.
La rodadas se realizan a través de la plataforma Rouvy y están abiertas para corredores que tienen simuladores smart o rodillos clásicos sin potencia.