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Greicy le pone el sabor a la delegación de Pasto

La atacante irradia alegría y talento a las nariñenses, las cuales gozan de su segunda participación en el Festival de Festivales.

  • Greicy Landazuri, a la izquierda, le enseña las coreografías a sus compañeras. Dice que las planea todas en su casa. FOTO cortesía los paisitas
    Greicy Landazuri, a la izquierda, le enseña las coreografías a sus compañeras. Dice que las planea todas en su casa. FOTO cortesía los paisitas
09 de enero de 2017
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En la casa de Greicy Landázuri ya no se preocupan si no la ven: saben que está en alguna cancha de Tumaco o, muchas veces, en la calle con un balón.

El fútbol es una condición genética en su familia, porque sus padres también lo practicaron. De pequeña, recuerda, uno de sus primeros regalos fue una pelota de plástico, con la cual comenzó a dar sus primeros golpes.

Poco a poco comenzó a coleccionar balones y trofeos en un estante de su casa. Claro, eso era lo único que no tumbaba porque, debido a su locura con el juego, hizo uno que otro daño.

“Vive por el fútbol, yo no le conozco otra pasión”, expresa Alba González, la madre. Tanto es así que, participando en el zonal clasificatorio al Ponyfútbol que se hizo en Nariño, salió convertida como la goleadora, aunque no pudo clasificar a su pueblo.

El entrenador de Panorámica de Pasto, Daniel Quiscualtud, se enamoró del estilo de juego de Greys -como le apodan- y la sumó como el único refuerzo para el Festival, el cual comenzaron ayer con victoria 4-0 sobre Guadalupe.

“No solo es su talento, sino que imagine, nosotros pastusos que somos tímidos, ella rompe esas características y le pone alegría y sabor al grupo”, cuenta el técnico.

De hecho, celebra sus goles yendo a bailar con la portera del elenco nariñense, Dayanna Díaz, y se roban las miradas de todos los espectadores.

Para poder llegar afilada al certamen debió concentrarse un mes en Pasto, en las casas de sus compañeras. Tampoco, comenta la madre, cuenta con la mayor cantidad de recursos para jugar. Sus zapatillas son unos Converse y unos guayos que cuida como el mayor lujo.

Ese sí es el valor de su sonrisa: sortea todas esas dificultades con la pelota y se enfoca en lo que quiere. Por eso le pone sabor a una aventura que comenzó con un desgastante viaje de 17 horas entre Pasto y Medellín.

“Me encanta Cristiano Ronaldo, soy una obsesionada con él y practico las jugadas que le veo”, dice la chica tumaqueña, que ayer se dio el gusto de anotar y asistir.

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