El entrenador del Once Caldas fue herido con un botellazo cuando los hinchas del equipo local invadieron la cancha.
Lo que debía ser una noche de fútbol en el estadio Sierra Nevada terminó en caos, violencia e incertidumbre. El duelo entre Unión Magdalena y Once Caldas, válido por la más reciente jornada del fútbol profesional colombiano, se vio empañado por una bochornosa invasión de campo por parte de hinchas del equipo local, que agredieron al técnico del conjunto visitante, Hernán Darío Herrera.
El partido, que hasta el minuto 78 favorecía al Once Caldas por 1-0 gracias a un gol de Dayro Moreno, se interrumpió abruptamente cuando decenas de fanáticos del Unión saltaron al terreno de juego, inconformes con el resultado parcial. En medio del desorden, el “Arriero” Herrera, reconocido estratega antioqueño, fue alcanzado por una botella que impactó con fuerza su pierna izquierda, mientras intentaba ponerse a salvo junto al resto de sus dirigidos.
La agresión obligó a que el entrenador fuera atendido de inmediato en los camerinos. Por fortuna, desde Manizales se dio un parte de tranquilidad este lunes: aunque el golpe fue doloroso, el estado de salud del técnico es estable y la lesión no reviste gravedad. Sin embargo, el incidente encendió nuevamente las alarmas sobre la seguridad en los estadios del país.
El árbitro del encuentro, Carlos Ortega, reingresó al campo tras el desalojo de las tribunas con la intención de reanudar el juego, faltando aún 12 minutos del tiempo reglamentario, más la correspondiente reposición. Ortega intentó mediar entre los equipos, proponiendo que se completara el partido, pero el Once Caldas, argumentando falta de garantías, se negó a volver al terreno.
Momentos de angustia
En diálogo con este diario, el ‘Arriero’ narró los momentos de angustia que atravesaron:
“Vienen unos hinchas y, tratando de llegar hacia nosotros, nos lanzan unas botellas. A mí me impactan en una pierna y me dejaron con un dolor fuerte, pero gracias a Dios estoy bien. Más que todo fue el susto y la dificultad que tuvimos en ese momento.”
“La sensación es muy dura para todos. La entrada fue gratis y, cuando sucede esto, sabíamos que la situación iba a estar complicada. Cuando invaden, fue un momento muy difícil, porque uno no sabe para dónde coger y nos estaban tirando muchas cosas.
Si no hubiera sido por la Policía, que nos protegió, hubiera sido otra cosa y no pasó a mayores”, aseguró el técnico antioqueño.
Sobre cómo evitar un hecho similar, dijo que es un tema que, lástimosamente, tiene que ver con la cultura:
“Hay que mejorar, porque uno ve los otros países y es muy difícil que situaciones así ocurran, pero acá en Colombia no tenemos esa cultura. Los hinchas son muy impulsivos y es un tema difícil de manejar. Antes se jugaba con mallas y también era complicado. Ahora no hay esa restricción y es igual. Toca crear una cultura, pero es algo que le corresponde a los directivos y a las autoridades”, añadió.
Ahora todo queda en manos de la Comisión Disciplinaria del campeonato, que deberá determinar si el resultado se mantiene a favor del Once Caldas o si se ordena repetir el tiempo restante. Lo cierto es que el espectáculo deportivo se vio empañado por un acto de violencia injustificable que dejó una nueva mancha en el historial del fútbol colombiano.
Más allá de las decisiones administrativas y deportivas que se tomen en los próximos días, la pregunta que queda en el aire es una sola: ¿hasta cuándo la violencia seguirá arrebatándole al fútbol su verdadera esencia? La agresión a Hernán Darío Herrera no solo es un ataque a una figura del deporte, sino un reflejo de una cultura futbolera que aún tiene mucho que sanar.
