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Recogiendo el balón de un techo para poder llevárselo a su casa, en una cancha de cemento de La Ceja, encontró Alejandro Londoño Chica a Jéfferson Otálvaro, un niño del municipio que no cuenta con las mejores condiciones de vida.
Jéfferson -más conocido como Chiqui por ser el más pequeño del equipo del corregimiento San José- creció en medio de la pobreza, sus papás viven del reciclaje y apenas pueden colaborarle con los básico.
Pero él, rebelde como pocos, nunca cayó en los vicios que pueden presentar mundos como el de estos círculos y se dedicó a la pelota. A todos lados iba con una.
Hasta que, en aquella placa, apareció el profe Alejandro como un salvador. “Le dije que viniera a jugar con nosotros en el club, lo apadrinamos y hasta fui a...
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