Por supuesto que el título de Wimbledon es lo más alto a lo que ha llegado el tenis colombiano en dobles. Pero, a diferencia de la modalidad individual en el que los éxitos han sido escasos, el país tiene una buena cosecha de reconocimientos entre duetos, llegando a 24 títulos profesionales a nivel internacional, sin contar los juveniles, que son cuantiosos, y los que hacen parte del ciclo olímpico.
Una de las claves, como dice Fabiola Zuluaga, compañera de Catalina Castaño en los años 90 son “las dificultades que enfrentan los tenistas en nuestro país para sobresalir, que son casi siempre similares, han ayudado a conformar buenas sociedades, muy combativas”, destaca.
Hace ya casi 50 años que la caleña María Isabel Fernández de Soto exploró las posibilidades de gloria en todos los Grand Slam, alcanzando una semifinal en esta modalidad en 1973, así como cuatro galardones WTA a lo largo de su trayectoria.
Desde entonces la nación ha celebrado en ambos circuitos (WTA y ATP) así como eventos en representación tricolor, incluyendo Copa Davis, FedCup y certámenes de corte olímpico. Hace nueve meses, por ejemplo, los juveniles María Camila Osorio y Nicolás Mejía, las mejores apuestas de Colombia para volver a tener tenistas en las clasificaciones top-100, ganaron plata en Olímpicos de la Juventud. Camino a este certamen ya habían sumado oro suramericano. Todas estas son evidencias de que, con apoyo e inversión bien enfocados, puede ser una modalidad que arroje incontables victorias.