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Además del talento que evidencian, hay un común denominador en el equipo colombiano femenino que disputó hasta la noche de este jueves el Preolímpico Suramericano de voleibol en la ciudad de Bogotá: la unión.
Esta fortaleza se reflejó durante los partidos que disputó el elenco anfitrión dirigido por el brasileño Antonio Rizola, quien con sapiencia ha sabido encaminar, desde hace tres años, un proceso que ilusiona con mejores resultados.
En los dos primeros partidos que disputaron, el debut contra Venezuela 3-0 (28-26, 25-18, 24-14) y en el segundo frente a Perú 3-0 (25-23, 25-12 y 25-12), las anfitrionas mantuvieron la calma para salir airosas frente a la resistencia de sus contendoras.
Lo mismo ocurrió, ante Argentina; sin embargo, la resiliencia del rival, con jugadoras que estuvieron en Río-2016, fue superior para quedarse, por segunda vez consecutiva, con el cupo a los Olímpicos tras un reñido duelo 1-3 (25-16, 21-25, 16-25 y 23-25).
Pese a no lograr el objetivo principal, el Preolímpico evidenció que lo que en el pasado eran deficiencias, ahora son virtudes para las nuestras: “unión, concentración técnica y táctica, buen saque y gran bloqueo defensivo”.
Así lo expresó María Alejandra Marín, la capitana del equipo y quien a lo largo de los últimos meses ha logrado transmitirle a sus compañeras la experiencia adquirida en el volei de Brasil, donde juega. “Pero lo mejor es generar en ellas alegría, confianza”, agregó la jugadora en declaraciones al Comité Olímpico Colombiano.
Como ella, hubo otras deportistas destacadas y que muestran gran futuro, como Yeysi Soto, Dayana Segovia, Valerín Carabalí, Margarita Martínez y la antioqueña Juliana Toro.
En las palabras de Rizola también se constata su trabajo, al afirmar que para cada juego se estudiaba el rival y se entrenaba buena parte del día para buscar imponer una disciplina táctica. “Lo importante es que nuestras jugadoras confían en que pueden llegar lejos” .