Llegar a figurar entre los mejores 300 tenistas juveniles del mundo empezó su proceso hace ocho años, cuando Sergio Hernández Ramírez decidió cambiar los guayos por la raqueta.
“Me dijo ‘papá, no voy a seguir en fútbol porque me dan muchas patadas. Quiero jugar tenis’. Eso fue en el 2007 cuando le había comprado en Miami un kit completo con balón, guayos, y canilleras. Ahí empezó esta historia”, cuenta Daniel Hernández, padre del tenista.
El antioqueño se encuentra compitiendo en la parada mundial júnior en Biel, Suiza, puntuable para el Escalafón de la Federación Internacional de Tenis. Pero luego, Sergio de 16 años, viajará a España a disputar la final de la Davis Cup de la misma categoría, en donde solo clasifican los mejores 16 países.
“Lo hemos acompañado en todo su proceso desde que era infantil. Ahora vamos a ir al mundial, es el momento cumbre, el sueño de todo lo que se ha trabajado como junior”, dice su padre.
Catalina Ramírez, exselección Colombia de tenis y madre del atleta antioqueño, aunque es muy exigente con su hijo en cuanto a resultados, le inculcó esa cultura desde pequeño, mentalizándolo como ganador.
“En competencia él es muy bueno, su revés es muy fuerte, además es muy seguro, no le importa quién es su siguiente competidor. Esa es su mayor virtud”, cuenta Catalina, quien además relata su rutina de competencia. “Siempre se acuesta temprano, para estar listo tres horas antes del evento, es muy riguroso con su calentamiento antes de los partidos”.