Ayer, el pueblo de Amagá se despertó con la expectativa de una marcha que se haría en la tarde en rechazo a las amenazas que pesan contra varios ciudadanos y lo que encontró fue algo más grave: los cadáveres de dos muchachos que fueron acribillados en la noche en la cancha de la localidad.
Los dos jóvenes abaleados fueron identificados como Diego Alejandro García y Anderson Colorado Pérez, de 18 y 20 años, quienes, reconocieron sus familiares, fumaban marihuana, pero no eran delincuentes ni tenían amenazas en contra.
"Mi hijo no era de bandas ni nada, él trabajaba conmigo administrando un parqueadero", afirmó Luis Enrique, su padre.
De Anderson, un tío informó que aunque tenía su vicio, trabajaba y estudiaba en la institución Don Bosco.
"Hay varias hipótesis, una es que van a hacer limpieza de viciosos, hace un mes mataron a otro muchacho que dicen que vendía vicio, pero no hay nada claro", sostuvo el allegado al joven.
Lo cierto que es no hay móviles claros. A ambos les hurtaron los documentos y la identificación se complicó.
A la vez, el pueblo preparaba la marcha contra las amenazas, la inseguridad, la mala infraestructura y otras problemáticas de Amagá.
Incluso, a las 8:00 a.m. hubo una primera marcha. Esta la realizaron los estudiantes del colegio La Ferrería, en donde están amenazados tres profesores, el rector y la secretaria.
Los educadores son Juan Guillermo Grisales López, Esneire Angélica Zapata y Eurípides Hurtado. El rector se llama William Albeiro Velásquez y la secretaria Marina Jaramillo. De este grupo de amenazados, ya se marcharon la profesora Esneire Zapata y Eurípides, pues no residen allí y prefirieron huir vencidos por el miedo.
Los demás viven en Amagá y están aguantando, en medio del temor, a que se esclarezca el hecho.
Panfletos extraños
La amenaza llegó a través de sendos panfletos metidos el sábado 24 de julio debajo de las puertas de las casas de las dos mujeres. El papel enumera a los amenazados y los conmina a abandonar el pueblo, pues la escribió un supuesto sujeto al que le pagaron para asesinarlos, según se afirma en el escrito.
"Por el momento, la Sijín dice que está investigando, pero acá al colegio no han venido. Nos duele mucho, porque nosotros no hacemos sino servir y trabajar por este colegio y la juventud. No sabemos de dónde vienen las amenazas, pero invitamos al que lo haya hecho a que se acerque a que dialoguemos para saber de qué se trata", afirma el rector, que dice tener la conciencia tranquila.
Otro que afirma estar amenazado es el presidente del Concejo, Germán Agudelo, quien dice haber sido intimidado en plena sesión de la corporación por un compañero suyo.
"Sé que la amenaza fue seria, la denuncié y hasta ahora no me han dado protección, yo mismo me estoy cuidando, pero siento miedo".
El otro ciudadano que recibió una llamada amenazante fue Alejandrino Betancur, presidente del sindicato de Industrial Hullera, quien iba por una calle de Medellín a negociar un pleito en representación de 100 mineros y en esas le sonó el celular, "me dijeron que si negociaba que me atuviera a las consecuencias, ahí mismo colgué", sostuvo el dirigente.
Todo este panorama motivó a que se unieran varias fuerzas para organizar la protesta pacífica. Esta se realizó ayer en la tarde con apoyo de varios ciudadanos y el párroco Hugo Villa, quien también se siente inseguro.
"Yo madrugaba a trotar a las cinco, pero no lo volví a hacer, ya me da miedo con tanta cosa que está pasando", declaró el religioso.
A la marcha se esperaba la asistencia de la comunidad educativa, pero los colegios no fueron autorizados por la Alcaldía. Incluso, ni los mismos docentes de La Ferrería tuvieron permiso, por lo que los estudiantes lo hicieron por iniciativa propia. Estuvieron en la de la mañana y en la de la tarde.
La cosa está seria en Amagá, pues cuando a un sacerdote le entra el miedo la feligresía suele entrar en crisis. Los ciudadanos esperan que el asunto no tome ventaja, no quieren que Amagá se convierta en un infierno.
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