Si alguna campaña en Antioquia ha sido polarizada es la de este año. Ante dos candidatos con reconocimiento nacional, que tenían un cupo asegurado en la final tanto de Alcaldía como de Gobernación, se empezó desde hace unos meses una campaña de desprestigio que buscó forzar la salida de las propuestas de la escena y darles paso a los ataques.
Trataron de enlodar con refritos el buen nombre de los candidatos punteros, pretendieron inclinar la balanza a fuerza de mentiras y crear una realidad que sólo existe en la mente de los que usan la falta de ética como herramienta política.
Aníbal Gaviria y Sergio Fajardo se han mantenido al margen de ese tinglado, en el que incluso trataron de involucrar a sus familiares.
Sin embargo, a sólo dos semanas de la jornada electoral, esa estrategia burda se vino a pique y el cansancio que produjeron los ataques dio paso a una alianza que viene recorriendo las universidades, las sedes de grupos sociales y el espacio más importante: la calle.
Están demostrando con propuestas por qué ellos, que fueron elegidos el mejor alcalde y el mejor gobernador de Colombia, tienen la intención de mantenerse en el servicio público. Hay algo muy importante en su propuesta que se ve en sus piezas gráficas por estos días: anunciaron una lucha frontal contra la corrupción, comprometiéndose a que de la misma manera que han adelantado sus campañas, llevarán sus gobiernos.
Estamos frente a dos candidatos que han hecho un recorrido mirando a los ojos, que no se bajaron del tren de las propuestas a pesar de la propaganda negra, si bien ésta pretendió desviar la atención de la ciudadanía. Los que dicen que la ética es para filósofos saben qué fichas mover para convertir una campaña de ideas en una cloaca llena de lodo, aunque no siempre les resulte su juego.
Aníbal y Fajardo hablan claro de que su alianza no es sólo hasta el 30 de octubre, día de elecciones, han explicado cómo se apalancará el uno en el otro. Antioquia y Medellín han llegado hasta el lugar donde están porque los dirigentes que las hicieron grandes trabajaron de la mano, creando sinergias.
En algunos países a esta etapa final se le llama 'período de reflexión', porque después de recibir la avalancha de noticias que se entrega en la campaña los ciudadanos necesitan tiempo para decidir, y más en nuestro medio cuando este año las encuestas muestran que alrededor del 20% del electorado no sabe por quién votar.
Serán dos semanas difíciles porque algunos arreciarán sus tácticas sucias. En estos quince días la ciudadanía tiene una decisión muy importante en sus manos. Piense bien la suya.
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