La balacera que se desató dentro del Tecnológico Pascual Bravo y que produjo un muerto y dos heridos nos dejó pasmados a todos. La Policía Metropolitana además incautó dos armas de fuego y confirmó que el choque se originó en la disputa por el control del expendio de vicio que, al parecer, funciona entre algunos alumnos de la institución.
Lo lamentamos porque se enloda el nombre de tan querido centro educativo, con su tradición y aporte a la ciudad. Y también porque las redes del microtráfico siguen permeando incluso los espacios académicos.
Según la Secretaría de Gobierno de Medellín, los involucrados estaban matriculados en el Tecnológico, pero delinquían. Es intolerable que bandas y redes ilegales contaminen y enluten las instituciones educativas. Mano dura.
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