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Bibliotecas que atrapan casas

Es el amor por los libros el que sostiene las bibliotecas. Muchos todavía las tienen. Ellas cuentan historias.

  • Bibliotecas que atrapan casas | Óscar Collazos en su biblioteca. FOTO CORTESÍA El otro Cobo Borda, en el apartamento 503. FOTO CORTESÍA La poetisa Piedad Bonett y sus tres mil libros. FOTO CORTESÍA
    Bibliotecas que atrapan casas | Óscar Collazos en su biblioteca. FOTO CORTESÍA El otro Cobo Borda, en el apartamento 503. FOTO CORTESÍA La poetisa Piedad Bonett y sus tres mil libros. FOTO CORTESÍA
19 de octubre de 2013
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Cuando Juan Gustavo va a la biblioteca y ve que hay un hueco entre esa maraña de libros, le da un ataque. No puede dormir. Debe esperar a que su hija Paloma se despierte para someterla a un interrogatorio. A una especulación. Aunque hay zonas que le dan más ataque que otras, como si el hueco está en la pared dedicada a Borges. Juan Gustavo Cobo Borda, el poeta, tiene más de mil libros sobre el escritor, pero eso es solo un pedacito de biblioteca, quizá, como dice él de la foto que le tomó la artista Maripaz Jaramillo, donde se ven unos libros al fondo, son solo cinco centímetros de los kilómetros de biblioteca que tiene. "Una vez hice la cuenta. Eran 26 mil, nada más".

Juan Gustavo no quería hablar de su biblioteca, que es, en verdad, una biblioteca con apartamento y no al revés. Él vive en el 502, un lugar de solo dos mujeres, su esposa y su hija, y los cuadros. El 503 es solo de libros. Es su biblioteca. No quería hablar porque, cuenta con su acento rolo que se nota en el final de las frases, es una historia trágica. "Tengo que salir de libros. Ahora dicen los de la junta administradora, como odian la cultura, detestan la lectura, que hay demasiados libros y que se va a caer el edificio. Solo te cuento el estado en que estoy. Con más o menos 40 cajas".

Está triste, de todas maneras. Su biblioteca es una historia completa de su vida. Le gustan los libros, tanto que en la lista de cosas que ha hecho en esta vida, está la fundación de la biblioteca del Liceo Cervantes, donde estudiaba. No sabe cómo va a seleccionar. "Tengo que ver. Voy a salir de esas cosas aburridas. La ventaja es hay tantos malos poetas y tantas malas revistas, que hay que salir de eso".

Porque si los libros tienen sus historias en las letras, las bibliotecas tienen sus historias con sus dueños. Llegan a ser tan grandes, o tan especiales, que se van tomando la casa, quizá al estilo, puede ser, o no, de La casa tomada, el cuento de Julio Cortázar.

Es cariño. No saldrían de ellas, pese a que los libros lleguen a tumbarlos de la cama. "Yo puedo leer en pantalla –comenta el escritor Ricardo Silva Romero –. y tener libros electrónicos, pero mientras haya libros físicos los prefiero de lejos, salvo que esté de viaje y no me quepan en la casa. Prefiero los libros que pueden doblarse de verdad y ponerse boca abajo, de verdad".

El libro impreso, en Colombia, sigue siendo más popular. La Cámara del Libro tiene cifras. De los 12.635 publicados en 2012, el 87 por ciento fueron en papel. El 13 restante en formato web.

Está la contradicción. Entre enero de 2012 y enero de 2013, Colombia fue el país con mayor crecimiento en la compra de dispositivos móviles en el mundo. Llegó al 278 por ciento. Primer lugar, teléfonos inteligentes, segundo tabletas. La cifra es de una investigación de la Universidad Nacional.

Ana Santander, estudiante que hizo parte del proyecto, señaló en su momento que "hay muchos dispositivos, pero no suficientes contenidos. Es decir, somos un país muy tecnológico, pero no nos gusta leer".

Los buenos lectores se reflejan en sus bibliotecas, si bien hay excepciones. El escritor William Ospina recordó, en una entrevista para este diario en abril, que "por ejemplo mi amigo Fernando Vallejo, que es un gran lector, a partir de cierto momento tomó la decisión de no tener más libros en su casa, que cuando necesitara uno iba a una biblioteca pública. A lo mejor es un gesto de desapego de los bienes materiales, pero al que le gustan los libros no puede resistir la tentación de tenerlos y a veces, como alguien decía, cuando uno acumula libros no solo acumula libros sino remordimientos, porque no siempre los lee todos".

También pasa como le pasó a Rosa Moreno, lectora voraz muy conocida como tuitera (@ismene2). Una vez tuvo una biblioteca, con unos tres mil volúmenes. Ya no. Fue desde la tristeza que sintió cuando un señor se murió en un edificio donde ella vivía y la esposa, a los dos días, sacó todos los libros a la calle. Se los llevó el carretillero. "Entonces dije, qué bobada, mejor se los voy dando a gente que yo quiero y, sobre todo, gente que quiera una obra que yo tengo. Es que cuando uno ya está viendo de cerca la muerte, piensa en regalar".

No ofrece los libros. Alguien habla de uno, ella lo tiene, ella lo regala. Todavía quedan. "Habrá unos 500, si acaso, pero no es una biblioteca que llame la atención, porque no tengo volúmenes costosos ni colecciones grandes".

Las bibliotecas, gigantes o no tanto, tienen algo que decir. Detrás hay un dueño, que las mira, que las trae y las lleva, que, de pronto, llega un día con un nuevo libro para poner por ahí. Entonces se escribe otro poco. La biblioteca va atrapando la casa.

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