Los dirigentes políticos y los altos funcionarios cambian de actitud, dejan de ser descarados y no siguen cambiando las leyes para su propio beneficio (aclaro que no son todos), o serán culpables de la debacle moral del país. Algunos dirán que esto viene mal desde hace muchos años. Y es verdad, pero eso no justifica que cada vez que alguno llegue al Congreso de la República o a ocupar un cargo de magistrado en alguna de las cortes, aproveche la "oportunidad de su vida" para sacar ventaja en beneficio propio y en detrimento de la comunidad.
Ustedes, los que ostentan cargos de autoridad, que supuestamente representan a los ciudadanos que votaron por ustedes o que llegaron a esos cargos para hacer que la justicia funcione, no pueden ser los cabecillas de la corrupción y la inmoralidad. No sé si son conscientes de la desazón que se genera en el país cada que nos llegan noticias de sus mangualas. El efecto es desastroso, siniestro.
La corrupción que ustedes cometen es tan destructiva como una explosión dinamitera, como una guerra interna, como el crimen del narcotráfico. Ustedes hacen lo mismo que ellos. Una sociedad se autodestruye por su inmoralidad y si aquellos, que por el cargo deberían dar ejemplo de honestidad y transparencia, hacen todo lo contrario, están no solo desfalcando al erario, sino robándole a la sociedad el activo más grande que una comunidad de humanos puede tener: la confianza entre ellos.
La ciudadanía no pierde la confianza en sus instituciones sin razones justificadas. Ustedes han hecho que la gente cada vez crea menos en el Congreso y en la justicia que ustedes mismos representan. El mal ejemplo que dan se está multiplicando como una peste de ratas que en muy poco tiempo engullirá a la sociedad entera.
Urge una nueva generación de muchachos que sean capaces de entender que el comportamiento de esos adultos es precisamente el ejemplo de cómo no se hacen las cosas; y que tengan el vigor suficiente para no dejarse arrastrar por la ambición de aquellos viejos modelos establecidos por una "dirigencia" convencida de que llegar al poder (de cualquier cosa) significa "la oportunidad" para su beneficio personal. ¿Acaso no se levantarán jóvenes capaces de remplazar a aquellos inmorales políticos y magistrados, y enderezar el camino ético que impida que la sociedad implosione por corrupción?
Nota al margen: no sé cómo lograr que los jóvenes entiendan que así no se hacen las cosas; pues la gente aprende, viendo? (el ejemplo arrastra).
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