Colombia es desde el miércoles, al menos en el papel, un país más tolerante, más de avanzada.
La decisión de la Corte Constitucional de reconocer derechos civiles, políticos, sociales y económicos a las parejas homosexuales que hasta el momento solo eran para uniones heterosexuales, es una victoria para una lucha de años.
Para el periodista y activista Manuel José Bermúdez, la decisión del alto tribunal es una ruptura entre las apreciaciones morales y los fundamentos absolutamente legales.
"De aquí en adelante no hay discusión, se dejó claro que no habría adopción, pero creo que a las parejas homosexuales no les interesa hacerlo. Eso dicen las últimas encuestas, parejas para adoptar no hay", afirmó.
Para Jaime* los logros en el campo jurídico son todo un triunfo.
"Era, desde cualquier punto de vista, una conquista que se veía venir, importante, necesaria y, sobre todo, justa". Jaime tiene, desde hace 10 años, una relación de pareja.
"Ahora sé que lo que hemos construido juntos será para nosotros dos y no para terceros que nos dieron la espalda en algún momento", agrega.
Una larga lucha
Lo aprobado por la Corte indica, básicamente, que las parejas del mismo sexo podrán reclamar muchos de los derechos que sólo cobijaban a las parejas heterosexuales.
"Eso quiere decir que por fin estamos al nivel que queríamos estar hace mucho tiempo. Quedan faltando algunos detalles, pero lo fundamental, en términos de dignidad, está bien.", opina Bermúdez.
La decisión del tribunal es el resultado de una larga lucha, de un tira y afloje entre la comunidad LGBT y las ramas judiciales y legislativas.
"Lo más difícil ha sido entender que la lucha no es por tener un remedo de las familias heterosexuales. Mucha gente tiene eso en la cabeza, que nuestra búsqueda es por parecernos a las familias heterosexuales, nada más alejado de la realidad", enfatiza Bermúdez.
Pero las decisiones legales son solo un primer paso.
"Ahora se viene quizá la lucha más difícil, y es lograr que lo que dice la Corte se estampe, más que en el papel, en la propia cultura de la gente, en la tolerancia", advierte Gustavo*, quien apenas cumplió la mayoría de edad dejó su casa para vivir con su pareja. Hoy tiene 26 años.
Esa parte del camino, sostiene Bermúdez, es complicada, porque incluye entender de fondo el tema de la comunidad LGBT.
"Nosotros no existimos, somos marginales, y no va a cambiar porque haya leyes y hay que entenderlo para empezar a buscar los cambios", afirma.
Sin embargo reconoce que en Medellín se ha avanzado, así como en otras de las ciudades principales de Colombia, pero insiste en que de nada sirven las leyes si la cultura no ha cambiado.
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