A veces los errores traen buenas noticias. Acaba de ocurrir en Chile donde el registro de muertos, tras el terremoto del sábado pasado, bajó de 802 a 279. Las cifras se vieron alteradas por el caos y el afán de entregarles al país y al mundo información sobre lo ocurrido.
Ayer los reportes oficiales le dieron al planeta la buena nueva sobre la reducción ostensible de fallecidos.
Ahora queda esperar la solidaridad mundial para emprender una reconstrucción que, según los cálculos más optimistas, llevará cuatro años. Chile necesita hoy el respaldo físico y moral de los cinco continentes.
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