En una historia plagada de distancias y desencuentros, la Unión Europea y China viven su momento diplomático y comercial más vinculante en años. Ayer el presidente chino, Xi Jinping, se despidió de Bruselas, sede de las instituciones comunitarias, habiendo firmado distintos acuerdos de cooperación y de mercado que acercan aún más al gigante asiático con Occidente.
Más aún, hace una semana el mandatario se encontraba en La Haya, donde silencioso acompañó a un G7 que condenó la invasión de Crimea y los actos de Rusia. Esto fue interpretado como un viraje de la diplomacia china. Para Lina Luna, coordinadora de Estudios Asiáticos de la Universidad Externado, hay que matizar dicha interpretación.
"En la actualidad el país se quiere mostrar como una potencia emergente que no representa amenaza para nadie. Esa es la razón por la cual enfoca su diplomacia a Occidente. Pero sigue muy vinculada a Rusia, por eso se abstiene de pronunciarse en contra de algún poder", dijo.
"La diplomacia China es de multilateralismo y cooperación con todos los países. No es expansionista, es pacífica. Su política exterior se enfoca en limpiar su relación con esas potencias, para allanar su camino a asumir un rol importante a nivel internacional", agregó.
Hacerse con socios en occidente, así sean las potencias otrora tiempos consideradas enemigas, es un objetivo prioritario para China, dado que "a nivel de desarrollo todavía se raja, porque tiene altos índices de pobreza. Y a nivel político no tiene todavía la influencia necesaria para ser considerada como un gran poder mundial", explicó Luna.
"La U.E. y China no tuvieron históricamente las mejores relaciones. Desde las Guerras del Opio son muy tensas y de poca confianza. Pero la visita de Jinping muestra que solo quiere consolidar el desarrollo pacíficamente y que no quiere enfrentarse a ninguna potencia" concluyó.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6