Con sus cuatro hijas, sus tres nietos y su esposo Arturo Builes, doña María Josefa Quijano espera compartir hoy una oración, un vino y la cena de Navidad, pues esta fecha es ante todo familiar, y ella será el centro del agasajo.
La vida de esta tolimense en los diciembres no era tan navideña hasta hace cinco años, que su esposo la trajo a vivir a Medellín, a una de las cuadras más navideñas de la capital paisa: la carrera 93, entre calles 35 y 36, de Simón Bolívar.
En esta cuadra no hay casa que no esté decorada y en la de Josefina no hay sitio sin motivos navideños: la sala, las escaleras, los patios, los baños y hasta en la cocina.
"En el Tolima no es tan alegre, acá sí se siente mucho la Navidad y estoy feliz. "Los adornos los hago, los pesebres, arlequines, el árbol y otros adornos".
En su familia el espíritu navideño está tan arraigado, que aunque no todos viven allí, al final todos logran reunirse para celebrar la fecha. El plan está hecho desde días atrás: "vamos a compartir la cena, el pernil de cerdo, la pechuga rellena, la natilla y los buñuelos".
Para el espíritu será importante compartir una oración, luego un brindis, cada uno de los presentes dirá unas palabras, se darán regalos y luego a cenar.
"Mi tía organiza todo, estamos unidos alrededor de ella y la pasamos delicioso, esperamos que este 24 sea igual", comentó su sobrina, Linda Ruiz.
Pero no todo será familiar. Varios estarán en la novena que se hace en la casa del frente y a la cual acuden más de cien personas, adultos y niños, donde persiste la costumbre de compartir natilla y buñuelos entre las familias.
Sus hijas y nietos serán el mejor regalo de esta noche para Josefina y Arturo, dos padres y abuelos para los que la familia unida es lo más importante de la noche de Navidad.
Sancocho comunitario
No muy lejos de allí, en el sector de Cantarrana, Belén Altavista, María Cecilia Agudelo, prepara para su comunidad una noche de solidaridad y muchos deseos para que el año que viene sea mejor.
En esta zona azotada por conflictos de violencia y mucha escasez económica, diciembre es tiempo para olvidar las tristezas y gozar de las cosas buenas de la vida.
"Con la ayuda de la gente vamos a darles una noche de Navidad especial a estos niños, muchos sin papá", comenta María Cecilia, presidenta de la acción comunal de Zafra.
Con chamizos secos, cositas que le regalaron los recicladores y creatividad, esta señora montó en la terraza de su casa, calle 20 #84A-92, un pesebre de los más sencillos del mundo, pero también de los más tradicionales: tiene casitas de cartón y madera, ovejitas blancas, charcos formados con espejos, papel de color y guirnaldas.
"De lo que botan los ricos, los recicladores me fueron trayendo. Son cien niños que vienen a la novena".
Como sea, dice esta señora, vamos a tener la cena: un sancocho que alcance para todos, también la natilla y los buñuelos y de pronto hasta juguetes para los más pobres. "No tengo nada todavía -decía el miércoles 19- pero yo sé que van a llegar cositas, mi Dios es grande", expresó esta dama, a la que en el sector llaman la Mona y que habita allí hace 53 años.
Y ¡claro…, a la fiesta comunitaria, María Cecilia le robará unos minutos para reunirse con sus 4 hijos y seis nietos a compartir el sancocho, la oración de gracias y un montón de abrazos. Edward, Natalia, Elmer y Diego (sus hijos), y Cristian, Simón, María, Jénnifer, Manuela y Daniela (sus nietos) le darán a María Cecilia la certeza de que 2012 fue positivo, pese a las dificultades.
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