Aunque dicen que saltar rápidamente a conclusiones rara vez conduce a aterrizajes felices, creo que con motivo de este cierre de año, bien merece la pena hacer una especie de inventario en lo laboral.
Entendiendo, por supuesto, que las soluciones ideales no son siempre lo reales que quisiéramos y las conclusiones no son ni tan unánimes, ni tan indiscutibles. Pero en honor a la verdad, hay hechos que hablan por sí solos.
En primer lugar está la ratificación del tan esperado y trabajado Tratado de Libre Comercio, TLC. Un episodio que, sin lugar a dudas, ayudará a posicionar y perpetuar la presencia de Colombia en una economía globalizada incrementando la inversión extranjera. Sin embargo, queda pendiente, en el marco del Tratado, su implementación y las famosas y discutidas exigencias de sindicalistas colombianos y americanos así como del mismo gobierno de los EE.UU. y el Congreso, como condiciones indispensables a la aprobación de este Tratado.
También debemos resaltar el acuerdo que permitió definir el incremento del salario mínimo para 2012. Así mismo, la disminución de la tasa de desempleo es un elemento importante para cualquier país que, como el nuestro, desea más y mejor equidad. No hay que olvidar que a finales del siglo pasado, la tasa de desempleo llegó a estar cerca del 20% y que hoy está casi en la mitad. El reto para 2012 se concentra no solo en mantener la tendencia, sino en atacar la informalidad que, a pesar del crecimiento económico, sigue sin disminuir.
Preocupa, en el campo laboral, la reaparición de grandes movilizaciones acompañadas de bloqueos. Según algunos analistas, durante 2011 se solicitaron un número mayor de permisos para marchas que todas las solicitudes realizadas durante el gobierno Uribe.
No quiere esto decir que la gente pueda estar más inconforme que antes, sino que quizás estén confundiendo la actitud conciliatoria del gobierno con una supuesta debilidad. Algo que no se aclarará hasta que el Gobierno defina si los bloqueos son problemas laborales o de orden público. De lo contrario, los bloqueos se seguirán incrementando y no se sabrá a quién corresponde el manejo de los mismos.
También está pendiente la claridad sobre el papel de las cooperativas en el mercado laboral. En el sector salud existe una profunda preocupación por la interpretación que se está dando en algunas instancias del Gobierno y la correspondiente satanización de las cooperativas sin tener un margen para la discusión.
Por último, es importante resaltar la candidatura del Vicepresidente, Angelino Garzón, a la dirección de la OIT. Independientemente de la motivación que haya tenido el Presidente para postularlo, no queda duda sobre la credibilidad y tranquilidad que podría dar su presencia allí. Su paso por la CUT, por el Ministerio de Trabajo y posteriormente como embajador en Ginebra le han permitido acumular un conocimiento y una credibilidad que se podría poner en beneficio de las relaciones laborales a nivel mundial.
Falta esperar si con el nuevo año, el Gobierno se atreverá a tomar decisiones incómodas o se seguirán postergando en nombre de ese espíritu conciliatorio tan oportuno, pero a veces tan perjudicial.
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