Persisto en hablar de paz, pese al riesgo de ser tildado de monotemático por parte de los amables lectores.
El tema de actualidad es el marco jurídico de la Justicia Transicional mediante un acto legislativo y una reforma a la ley de Justicia y Paz.
En mi columna pasada expresaba que aún no están dadas las condiciones para la paz. Sin querer, desde luego, fungir de aguafiestas, permítanme sustentar esta apreciación en unos factores incidentes: hasta ahora, y después de casi nueve años, se retoma la discusión de pensar en una salida al conflicto armado, diferente a la solución militar o derrota de los violentos, aunque todavía no se ha definido cuál es la victoria que queremos ni se ha hecho una nueva caracterización del conflicto armado, sus actores violentos y las nuevas modalidades de violencia, emergentes en el panorama nacional y hemisférico. ¿Con quién se va a negociar entonces?
Hoy, las Farc y el Eln se sienten más fuertes que ayer, hacen demostraciones de fuerza limitadas pero acompañadas de réditos mediáticos crecientes, a pesar de la innegable neutralización estratégica que los aqueja, debido al actuar operacional de las Fuerzas Armadas.
Para el Gobierno, la llave de la paz sigue guardada, mantiene sus premisas inalterables para estudiar siquiera la posibilidad de un escenario de diálogo, conserva la coherencia institucional entre la agenda de Gobierno y la legislativa, y logra desmontar sofismas y retóricas revolucionarias de antaño, con la ayuda de una buena dosis de pragmatismo y cero ingenuidad estratégica.
También ha dicho que está dispuesto a sentarse en una mesa, si hay una clara voluntad de las Farc y del Eln, de explorar caminos de reconciliación con seriedad y convencimiento pleno, sin intentar sacar ventajas estratégicas o aplicar la vieja combinación de todas las formas de lucha, de la cual no excluye los diálogos de paz.
Las Farc, en cabeza de alias Alfonso Cano , ha enviado un mensaje corto y hasta coloquial: "Hombre, conversemos". Valdría la pena preguntarnos, ¿Conversar qué, señor Cano ? ¿Hasta dónde, usted y su organización están maduras para iniciar ese diálogo serio y propositivo para buscar la reconciliación nacional?
¿Por otra parte, el Eln cuenta con la suficiente unidad y coherencia interna para enfrentar un escenario real de diálogo, más allá, del diluido diálogo nacional? ¿Y hasta dónde, el narcotráfico ha permeado un referente ideológico cada vez más esquivo y un imaginario revolucionario en desuso?
Por estos y otros factores incidentes que el espacio no permite mencionar, pienso que aún no están dadas las condiciones para la paz. Sin embargo, bienvenida la discusión de un marco para la paz. En mi modesto modo de ver, este debería ser amplio, que abarcara la integralidad de un conflicto de muchas aristas, por qué no decirlo, con responsabilidad y sin tapujos.
La discusión sobre si algunos miembros de la Fuerza Pública que se han equivocado en su actuar profesional, deben o no ser cobijados, es una discusión sana y abierta que se debe adelantar con altura, sin frases de cajón, con objetividad y donde primen, sobre todo, propósitos loables de reconciliación.
PAUSA UNO: Sin temor, enfrentemos la discusión de la paz, sin afanes ni claudicaciones anticipadas y sin olvidar que las Fuerzas Armadas son garantes legítimas del orden constitucional, frente a amenazas o agresiones terroristas.
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