Un cura como Elkin Guillermo Pérez, de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, de Tarazá, tiene que cancelar visitas a las veredas por dos razones: los combates del Ejército contra las bandas criminales y el invierno que hace de las trochas unos verdaderos tragadales.
Le corresponde pastorear 13 veredas de este municipio azotado por la violencia de las bandas criminales y el flagelo de los cultivos ilegales que las patrocinan, como casi todos los del Bajo Cauca antioqueño. De ellas, a 5 debe llegar a caballo, porque no hay más que trocha de herradura. El pastoreo, dice él, consiste en llevarles todos los sacramentos, menos el matrimonio y la ordenación sacerdotal. Bautizos, confesiones, misa, extremaunciones... Cuando hay presencia de la Fuerza Pública y son inminentes los tiroteos, no falta el campesino que lo llame y le advierta: "padre, no venga".
Afortunadamente, dice, yo tengo mi ayudante: la emisora Tarazá Estéreo . Con ella mando siempre los mensajes y digo misa sin problemas de seguridad".
Otro caso en Caucasia
Caso parecido es el del padre Édgar Osorio, de La Inmaculada, una parroquia de Caucasia. "Sólo vamos cuando tenemos la certeza de que los violentos no van a tomar retaliaciones con nuestros fieles. Porque no es que yo corra riesgos, sino ellos".
Él visita las veredas cada ocho días, cada mes o cada tres meses, según la distancia a la cual éstas estén situadas, en relación con la cabecera municipal. Palanca y Palomar son dos de las últimas. Tienen visita cada tres meses y a veces debe cancelar la ida por "factores de invierno o violencia". En el mejor de los casos, aplaza la visita unos quince días.
En Cáceres, monseñor Gerardo Patiño, quien fue párroco de la iglesia María Magdalena por más de 40 años, se ha dedicado desde su retiro a atender a peregrinos que llegan en busca de solucionar problemas materiales, de salud y espirituales. Por años, muchos buses han llegado hasta su sede, situada en la calle Santander, a dos cuadras de la Parroquia, colmados de personas en procura de consuelo y sanación.
A veces, él disuade a los organizadores de esas romerías de emprender un viaje hasta allí, por motivos de seguridad. En muchos casos, prefiere desplazarse a zonas de la costa Atlántica o el interior del país, para brindar sus oficios y así evitar que los viajeros se expongan en las vías del Bajo Cauca. Advierte que antes de viajar a verlo deben llamarlo para averiguar cómo está la situación de orden público y, si es prudente, ir a Cáceres.
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