Los esquemas de inflación objetivo, que emplean los bancos centrales en el manejo de la política monetaria, involucran el análisis de dos brechas: la brecha de inflación (la diferencia entre la inflación real y la inflación objetivo); y la brecha de producto (la diferencia entre el crecimiento real y el crecimiento "sostenible" del producto del país).
La tasa de interés sube cuando alguna de las brechas se amplía, para evitar trayectorias inestables de la economía.
Así, una variable fundamental en el manejo de dicha política es el crecimiento "sostenible": si este se considera cercano al promedio de crecimiento reciente del país (4.1% en los últimos 10 años), la aplicación del esquema de inflación objetivo podría conducir a endurecer la política monetaria, en respuesta a ritmos elevados de crecimiento.
Resulta por ello crucial determinar cuál es el crecimiento "sostenible" del país: ¿se mantiene en niveles cercanos al promedio histórico, o podemos implementar políticas públicas (en acumulación de capital físico y humano, en impulso a la productividad, en innovación) que lo eleven sustancialmente?
De ello dependerá que podamos dar el salto a un nuevo nivel de desarrollo.
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