x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

language COL arrow_drop_down

Cuando el Señor se marcha

  • Cuando el Señor se marcha |
    Cuando el Señor se marcha |
12 de noviembre de 2011
bookmark

Domingo trigésimo tercero

" Un hombre que se iba al extranjero, llamó a sus empleados y les dejó encargados sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos; a otro uno; a cada cual según su capacidad. Luego se marchó ". San Mateo, cap. 25.

Normalmente la juventud supone una crisis de fe. Es el tiempo de autodefinirnos, de afirmarnos como sujetos distintos e irrepetibles. Tiempo de análisis y de síntesis. Explicando su crisis interior, un joven la resumía en estas frases repetidas una y otra vez: "Mis padres dicen... Pero yo pienso"... Sí, hay un tiempo en el cual los padres enseñan la fe con su ejemplo y su palabra. Hay otro tiempo para aprender a pensar según el Evangelio. Hay un tiempo de estudio teórico y un tiempo de práctica, dura y comprometida.

Hay un tiempo de amor entusiasta y un tiempo de esa rutina amorosa que se llama fidelidad. Hay un tiempo para la búsqueda arriesgada y otro tiempo para plasmar sólidamente lo encontrado. Hay un tiempo para recibir y otro para hacer fructificar lo recibido. Nos lo dice la parábola: Este hombre que se iba al extranjero, repartió a sus empleados los talentos y luego se marchó. Cuando el Señor se marcha, afloran nuestras crisis.

Antes, éramos niños y todo se nos entregaba prefabricado. Ahora somos jóvenes y debemos usar la libertad. Somos dueños de nuestro destino. Antes, sólo nos preocupaba acumular conocimientos.

Ahora se trata de poner lo aprendido al servicio de los demás.

Cuando el Señor se marcha, nos sentimos desconcertados. Antes el amor era un ideal. Ahora es una realidad prosaica, opaca, desabrida. Antes éramos incondicionales de toda causa noble. Ahora no encontramos razón para luchar, para perseverar. A veces ni siquiera para vivir.

Antes, mirábamos el porvenir con ilimitada esperanza. Ahora cuando ya hemos logrado la meta, nos sentimos insatisfechos y nos asedia el egoísmo. Todo esto sucede cuando el Señor se marcha. Quisiéramos que él no se ausentara, que no hubiera repartido responsabilidades. Que permaneciera a nuestro lado, solucionando nuestros más mínimos problemas.

Pero es más hermoso y más fecundo el tiempo de su ausencia. Entonces crecemos, ejercitamos la libertad, probamos nuestra madurez, acrecentamos nuestra fidelidad, realizamos sus planes. A Él no le gusta trabajar con niños mimados y sobreprotegidos.

Realiza sus programas con gente curtida en la brega, capaz de soportar crisis, de superarse, de esperar pacientemente, de sentirse alegre en ese tiempo oscuro, que corre desde la ausencia del Señor hasta su retorno.

(Publicado el 15 de noviembre de 1981).

Te puede interesar

¿Buscando trabajo?
Crea y registra tu hoja de vida.

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD