De las tierras de la cuenca del río Naya se apoderan gradualmente narcotraficantes y, además de sembrar coca, llevan otros habitantes a una región del país que todavía no se repone de la masacre de abril de 2001 cometida por paramilitares del bloque Calima.
La denuncia la hacen indígenas, afrodescendientes y campesinos de la región, ubicada entre los límites de los departamentos de Valle y Cauca, quienes reclaman con urgencia la titulación colectiva de las tierras, para evitar convertirse en desplazados y en mano de obra barata en los cultivos de coca o en los de palma aceitera, cuyas extensiones empiezan a notarse.
"En la parte alta del río Naya se ha agudizado el conflicto y el Estado ha olvidado a la gente que, en busca de sobrevivencia, se ha debido trasladar a otros territorios y está entrando gente que no es de la región. Vienen de Caquetá y Putumayo tienen experiencia en el cultivo de la coca", asegura Yuber Ramos, líder indígena y campesino.
Junto con él, varios dirigentes comunitarios de la región del Naya presentaron ayer, en el teatro Camilo Torres de la Universidad de Antioquia, un informe sobre la situación de derechos humanos y sociales de los miles de habitantes de esta zona del país, que se encuentra indefensa en medio del conflicto armado.
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