El demócrata Barack Obama logró arrebatar con firmeza la Casa Blanca a los republicanos y pasar a la historia como el primer presidente negro de Estados Unidos, un hito largamente anhelado por los 35 millones de afroamericanos de ese país.
Al cumplirse el 40 aniversario del asesinato de Martin Luther King, el senador de Illinois colmó el sueño del reverendo, que desencadenó la lucha por los derechos civiles con sus aspiraciones de lograr un país donde no se juzgara a la gente por el color de su piel, sino por su carácter.
Obama, de 47 años, logró además acabar con la última barrera racial que existía en un país donde, hace 143 años, hubiera sido un esclavo.
En su intervención ante los miles de seguidores concentrados en Chicago para celebrar su victoria, el senador de Illinois dijo que su elección es "la respuesta" a las peticiones de muchos y que refleja que "el cambio ha llegado" a los Estados Unidos. "El sueño de esta nación está vivo", dijo.
Con una campaña electoral planeada al mínimo detalles, metódica y serena, Obama ganó con facilidad a su contrincante, el senador republicano John McCain, que intentaba por segunda vez llegar a la Casa Blanca.
En el momento de reconocer su victoria, según las proyecciones, Barack Obama sumaba 342 votos electorales en 27 estados, muy por encima de los 270 que necesitaba, mientras que su contrincante contaba con 143 votos en 18 estados.
Lejos de la disputada contienda de 2004, y especialmente de 2000, donde el recuento de votos en Florida se alargó durante semanas, Obama fue sumando rápidamente y sin problemas los estados más disputados, especialmente Pensilvania, Ohio y Iowa.
A ellos se unieron otros más reñidos, pero que igualmente cayeron en manos demócratas, como Florida, Nuevo México y Colorado.
El histórico triunfo de Barack Obama, un desconocido hace solo cuatro años, extendió una corriente de euforia por la población afroamericana de todo el país, que ha vivido esta campaña con la redención por su pasado de esclavitud y de segregación.
Exultantes, pero emocionados, los afroamericanos salieron a las calles de las principales ciudades para celebrar la victoria de uno de los suyos.
Una nueva era
Con su mensaje de cambio y de unidad, Obama convenció al país de la necesidad de iniciar una nueva era en la que Estados Unidos recupere su esplendor económico y su peso internacional.
En una verdadera catarsis frente al actual Gobierno republicano, los demócratas ganaron en la mayor parte del país, en lo que se ha interpretado como un completo rechazo a las políticas impopulares que el presidente George W. Bush desarrolló en materia económica y en sus relaciones internacionales.
Con dos guerras en marcha y la economía en recesión, el gobierno de Bush deja el país en una difícil situación para la próxima administración, que tendrá que aplazar algunos de sus planes de inversión hasta que la crisis financiera se resuelva.
John McCain trató durante la campaña de distanciarse del actual presidente, pero ni sus planes económicos ni la elección como candidata a la Vicepresidencia, la gobernadora de Alaska Sara Palin, logró convencer al electorado.
Cuando llegue a la Casa Blanca, el 20 de enero, Obama se enfrentará al reto de cumplir con las expectativas que ha creado, entre ellas la de iniciar un nuevo futuro de prosperidad y unión para el país.
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