El jazz y la música clásica están en la misma composición, sin dejar a un lado esos espacios para la improvisación, fundamental para ese género nacido en Nueva Orleáns. "Unas transiciones muy suaves -dice Camilo -, que la gente ni se da cuenta".
Todo empezó por buscar el origen. Quiso irse hacia las raíces y llegó hasta las europeas y las africanas. En los tres movimientos lo que representa es un intercambio cultural y musical: las tradiciones europeas de la música a través del lenguaje sinfónico y las afroamericanas del jazz.
Su composición es viajera, desde el nombre. Gibraltar , porque en ese estrecho encuentra el punto de convergencia entre los orígenes de los dos géneros. La escribe en Colombia, para su trabajo de grado en la Universidad Eafit. Y la primera vez que se escucha es en Cuba: la Orquesta Sinfónica del Instituto Superior de Artes, la Orquesta del Mozarteum de La Habana y el Cuarteto de Jazz del pianista Alexis Bosch la interpretaron en el Día de la Cultura Nacional (20 de octubre).
Camilo González es músico, con énfasis en composición. Su repertorio incluye piezas para orquesta, coro, ensambles de cámara e instrumentos solistas. Gibraltar es un concierto para ensamble jazz de cámara y orquesta sinfónica. Y la combinación fue lo que encantó en Cuba.
"Allá el jazz y la música clásica son fuertes", así que encontrarlas juntas ya ayudaba a la decisión, sumándole, añade el joven, que era de un extranjero, lo que se convertía en "un gesto de hermandad, para decir que somos un solo país , una sola raza. Una cultura similar".
El viaje
Camilo tenía un amigo con el contacto en la isla. Le entregó la partitura, luego lo llamaron.
La leyó José Antonio Méndez, el director de la Orquesta Mozarteum y le propusieron el concierto. Cuando llegó a Cuba la obra ya estaba montada. Lo habían hecho en la semana y media anterior. Luego trabajaron una semana juntos, ajustando los detalles, sabiendo que los músicos no tenían ninguna relación auditiva con la obra.
"Se interpretó muy bien. Muy afinados y acompasados. Son músicos de un alto nivel", expresa un Camilo que recuerda. Es un privilegiado, agrega, por esa experiencia tan "bonita", de que su obra, tan joven, sea interpretada por músicos profesionales, y en otras latitudes.
El primer movimiento refleja el paso de las horas desde la media noche y hasta el medio día en "la Roca". Hay una transformación orquestal. El segundo representa la belleza de una flor que solo existe en la cima de El gran peñón de Gibraltar y florece, solo, entre abril y junio. El tercero representa el mito fenicio de que el fin del mundo 'Non Plus Ultra' estaba en el espacio entre ambas columnas del estrecho.
"Mons Calpe (así se llama esta tercera parte) es el nombre más antiguo de esta región y hace referencia a las raíces antiguas del blues, el jazz modal y el swing, y a su vez usa una orquestación colorida y fluida".
El cuarto movimiento no existe, pero es el compositor emocionado. Gibraltar es un poema sinfónico moderno, que pinta un paisaje. El que Camilo se imaginó, el que Camilo hizo sonar y el que Camilo escuchó, emocionado, en Cuba. También el que Camilo recuerda. Un logro "que después de todo sirve como intercambio cultural entre ambas universidades (Eafit y el Instituto) y países".
Gibraltar se escucha.
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