En todas las épocas de la historia han surgido personas que se consideran a sí mismas como elegidas, pero que finalmente solo han creado a su alrededor dolor, caos y pobreza. Sin excepción, sus movimientos políticos exhiben características comunes: el gobierno controla todas las autoridades, ya sean políticas, económicas o culturales; el líder controla, sin excepción, las riendas del poder; el gobierno utiliza la violencia y la agresión contra los opositores adentro y afuera de sus fronteras y finalmente, en esos países, no existe la libertad individual, pues el individuo debe servir al Estado.
Para infortunio de los colombianos, el presidente venezolano cree ser uno de esos elegidos y bien haría el país en estar atento a todos sus movimientos, pues por pequeños que parezcan, corresponden a un plan bien definido que responde a su proyecto por el que hará lo que sea, sin importarle los métodos, el costo económico y de vidas.
Luego de esta introducción, consideramos conveniente mencionar dos hechos, solo dos, de los muchos movimientos simultáneos que el presidente Chávez juega, en un juego peligroso, con un solo contrincante, Colombia, pues los coequiperos se han vuelto timoratos y obsecuentes, con la tragedia que se avecina con Venezuela, que ha decidido emular a Corea del Norte y cuenta con fuertes y decididos patrocinios de varios países como Rusia e Irán.
El año pasado, el presidente Chávez ordenó la movilización de batallones y tanques para la frontera con Colombia, dolido por la muerte del cabecilla de las Farc Raúl Reyes. Quienes viven en la frontera cuentan del caos que se formó allí, pues los miembros de los batallones chavistas no tenían dónde hospedarse ni dónde alimentarse. Para evitar que se repitiera un hecho tan bochornoso, el presidente venezolano ha ordenado la construcción de las "aldeas de paz", cuyo verdadero fin, probablemente, sea el de alojar sus tropas en caso de un evento bélico.
Por otro lado, ha pasado desapercibido el hecho de que el presidente venezolano está llevando, becados, a estudiar a Venezuela, a los jóvenes de San Andrés y Providencia: "quien siembra recoge" y él sabe que en un futuro recogerá los frutos de su "magnanimidad".
En el Apocalipsis se encuentra la siguiente frase, que debería despertarnos: "Quien tenga ojos para ver que vea y quien tenga oídos para oír que oiga". El presidente Uribe ha visto y ha oído.
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