Tras 24 años de impunidad, la justicia, y en particular la Fiscalía General de la Nación, parecen estar descubriendo hilos más finos que soporten el esclarecimiento del asesinato del líder liberal y aspirante a la presidencia Luis Carlos Galán Sarmiento, ocurrido el 18 de agosto de 1989, en Soacha, Cundinamarca.
Prevaleció durante estos años la hipótesis de que Pablo Escobar y el Cartel de Medellín estaban tras el magnicidio. Ahora, esa autoría intelectual y material es rebatida, no porque el mencionado capo no fuese capaz de ordenar ataques de esa magnitud, además contra la persona de Galán, quien entonces denunció las relaciones de los mafiosos con actores políticos y quien defendió la extradición como mecanismo de lucha contra el narcotráfico.
Hoy, mediante el trabajo de la Unidad de Análisis y Contexto de la Fiscalía, se pasó de tener como único hilo conductor de ese plan criminal a Escobar Gaviria, y se amplió el horizonte de interpretación de los hechos a otros "jugadores" e intereses criminales y políticos de la época, en especial los grupos paramilitares del Magdalena Medio y los narcotraficantes del Valle del Cauca.
La detención del exdirector del DAS, Miguel Maza Márquez, implica una revisión mucho más rigurosa y detallada de los cambios y los yerros que tuvo el esquema de seguridad de Galán en las semanas previas y durante la ejecución misma del ataque sicarial que acabó con su vida.
El fiscal General, Eduardo Montealegre, sostuvo que la decisión de detener a Maza se basó en los cambios sistemáticos, entonces, de los miembros de la escolta de Galán, pero también ante "los estrechos vínculos entre el DAS y su director con el paramilitarismo, encargado de la ejecución del homicidio".
Se suman las declaraciones del expresidente César Gaviria Trujillo según las cuales el gobierno de Estados Unidos perdió su confianza en el señor Maza, "porque era muy cercano al Cartel de Cali". Maza ha respondido que si hubo algún cambio en la escolta de Galán fue por pedido del candidato y considera inconstitucional estar detenido por tercera vez sin que, finalmente, se le enjuicie.
Contra toda esta barahúnda, que ha arrastrado detenciones injustas, señalamientos y más homicidios, al país le debe importar que finalmente comiencen a perfilarse líneas de investigación y cargas probatorias más certeras y contundentes que alejen de las mentiras históricas magnicidios que, como este, le costaron al país tanto luto popular e inestabilidad institucional.
Ya los hijos del político inmolado, quienes siempre reclamaron justicia convencidos de que era Escobar Gaviria el autor directo del asesinato de su padre, ahora advierten que hubo manipulación de pruebas y que se montaron "falsos positivos" para buscar, a toda costa, que se acusara del magnicidio al jefe del Cartel de Medellín.
Este diario publicó ayer un extenso informe en el cual se relaciona la mecánica de la muerte de Galán con la de otros asesinatos como los de los candidatos presidenciales Bernardo Jaramillo Ossa, Carlos Pizarro Leongómez y el del dirigente comunista Teófilo Forero Castro. Ataques dirigidos contra opositores políticos y en los que, según hipótesis de la Fiscalía, habrían participado algunos sicarios en común.
Comienza el conteo regresivo para que la Fiscalía y la justicia colombianas se adentren, definitivamente, en la solución de un episodio que cambió el curso del poder y de la política nacional. Y sobre el que aún hay más sombras que luces.
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