María Eugenia Rojas probablemente pasó el peor Día de la Madre de su historia. Sus hijos hoy están con unos problemitas, di tú, no muy pequeños. El primero pasó de la 'picota pública' a La Picota de verdad. Sí, a la cárcel. Mientras que el otro fue suspendido de su cargo por algo no muy agradable y digno que digamos: ineptitud.
Iván, el mayor de los Moreno, se dejó llevar por la mano corrupta. Lo acusan de pedir comisiones a cambio de contratos con la Alcaldía de Bogotá. De los cuales, presuntamente, él y su hermano saldrían favorecidos. Lindos ellos. Es como si Iván hubiera aprendido al dedal aquellas historias de los que han pelado el cobre. Esos, del tipo "miti-miti", "cómo voy yo ahí", o "Monita, no sea tan retrechera".
Con el otro, Samuel, pasa algo que yo catalogaría como lo peor de lo peor. Se trata de un asunto de dignidad. Sí, así como lo leen, dignidad, porque muchos se preguntan qué hizo Bogotá para estar semidestruida y postrada en el caos. Si el abuelo de Samuel, el general Gustavo Rojas Pinilla pudo construir la Avenida El Dorado, ¿por qué su nieto pudo destruirla? No le busque, queda confirmado: nada más peligroso que un nieto incompetente o un cuñado con iniciativa.
Sea cual sea la argumentación del fallo hecha por el procurador Alejandro Ordóñez, ese señor que se lo quieren tragar algunos por ser un laureanista contemporáneo, para los colombianos y especialmente los bogotanos, la suspensión fue como un "¡casi que no!"
Viene, entonces, un asunto de fondo: ¿dónde está la dignidad de este personaje que se aferra del poder como mico a árbol? Si bien no se ha comprobado su vinculación con el escándalo de la contratación, su incapacidad por omisión ha afectado inversiones cercanas a los dos billones de pesos. Por eso me atrevo a decir que este caso es grave, porque Samy tiene una pierna en el lado de la negligencia (la que ya vimos todos) y la otra en el terreno de la corrupción. Sencilla la razón: su ligereza u "omisión culposa", como lo llamó el Procurador, benefició a personas como los Nule, quienes se indigestaron de tanto tragar lo que no es de ellos. Como dicen Tola y Maruja: "Samuel no le deja metro a Bogotá, pero sí le deja carrusel".
Si supuestamente estuvo tan enterado de cómo iban las obras ¿por qué no tomó correctivos contra los incumplidos contratistas? Miren las perlas: en agosto de 2010 tenía que estar listo el transmilenio de la 26. Luego, se perdieron $100.000 millones en el proceso de cesión del contrato de la 26. Ignoró contratos ya entregados a firmas que complementarían las obras. ¿Tanta ingenuidad puede ser digna de un alcalde o es que estamos rayando en la bobada? Si existiera un libro que se llamara "Alcaldes para dummies", les aseguro que estaría todavía empacado, encima de la mesa de noche de Samuel.
Lo que pasa en Bogotá es digno de estar documentado como un caso de estudio. La academia se lo soñaría. ¡Cuánto debate no habría en una clase de ética o de administración pública! Todo aquel que sueñe con ser un buen político, por favor, estúdiese este caso, sáquele fotocopia y déselo a sus amigos. Para nunca hacer lo que hizo este personaje. María Eugenia, capitana del barco que los hijos Moreno hundieron, lamento mucho el mal Día de la Madre que te hicieron pasar tus consentidos.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6