En la mitad de un parqueadero de Eafit se levanta una "pecera", como le llaman quienes pasan por allí, a una especie de contenedor de paredes transparentes que adentro tiene unos tubos con aguas claras y oscuras que revisan unos investigadores de bata blanca.
Pero no es una pecera, es un laboratorio donde se reproducen microalgas de distintas cepas en 48 fotobiorreactores (los tubos de la pecera), para evaluar en centenares de ensayos y análisis, cuál es la mejor para capturar el dióxido de carbono (CO2) en el menor tiempo posible.
En esos microorganismos que capturan 10 veces más CO2 que una planta normal, estaría la clave para que Cementos Argos pueda reducir la emisión de gases contaminantes que salen de las chimeneas de sus plantas de producción en Colombia, Centroamérica y Estados Unidos.
El proyecto realizado en alianza con Eafit, arrancó en 2010 y se invertirán hasta 2014 unos 2.500 millones de pesos. Ahora la compañía ya llegó al límite del conocimiento científico reportado en el mundo, pero quiere ir más allá.
"Trabajamos en llegar a un punto en que sea económicamente rentable y después habrá que escalar el proceso y la idea es lograr capturar de un 5 a 10 por ciento de las emisiones de CO2", explica Camilo Restrepo Restrepo, vicepresidente de Innovación de Argos, quien lidera a 50 profesionales con altos conocimientos, uno de los equipos más grandes que una compañía colombiana tiene en esa área.
Ahora bien, si el experimento con la "pecera" funciona, no solo es una solución que ayuda a mitigar los impactos ambientales, sino la oportunidad de obtener subproductos de alto valor, por ejemplo para la industria farmacéutica, luego de que las microalgas hacen su tarea.
Este es solo uno de los 24 proyectos en que la compañía trabaja hoy dentro de su área de innovación y desarrollo, en alianza con universidades colombianas y extranjeras, para llevar a la realidad tecnologías y procesos que reduzcan las emisiones y uso de energía.
Nuevos productos
Y hay más. En el campo de productos y aplicaciones se ha logrado desarrollar hasta un cemento traslúcido, sí, casi transparente, aunque por sus altos costos no esté en los planes comercializarlo.
Pero sí lo harán con tres nuevos concretos con notables valores agregados en su composición que lanzará al mercado la compañía a partir de agosto, cuenta Restrepo, después de año y medio de investigación y una inversión que supera los 1.500 millones de pesos en su desarrollo.
Parte de esas innovaciones se encubaron en el segundo piso de un edificio de Eafit. Detrás de unos grandes ventanales está otro crisol de la innovación de Argos, un laboratorio parecido a los que se ven en las películas gringas.
Una veintena de estudiantes en período de práctica, magísteres y doctores se mueven entre equipos de alta tecnología con nombres tan complejos como lo que hacen: incluso algunos son capaces de descubrir, cuantificar e identificar hasta el último componente que puede tener un grano de cemento.
También el sello innovador de Argos ha trascendido fronteras. No solo trabaja con universidades norteamericanas y europeas en varios proyectos de investigación, también capitalizó con 12,5 millones de dólares a la firma estadounidense Ceratec Inc., especializada en los llamados "cementos verdes", sea porque reducen emisiones o consumo de energía.
Con esa inversión, se escaló la producción y ya se comercializa un concreto de alta resistencia que sustituye parte del cemento tradicional con cenizas volantes, contaminante que resulta de la generación de energía a partir del carbón, como las que se emplean en las plantas de Argos.
"Es un nuevo cemento verde que aprovecha un subproducto, tiene un beneficio económico (se usa menos cemento) y mitiga los impactos en el medio ambiente", agrega Restrepo.
Así las cosas, este año Argos invierte en su área de innovación cerca de 10 millones de dólares, el año pasado fueron 9,6 millones, y apunta a que en 2015, el 10 por ciento de sus ingresos correspondan a desarrollos de esta división.
Innovar sí es rentable
Hasta ahora, por nuevos productos y ahorros basados en la innovación se han alcanzado 180 millones de dólares de los 400 millones que se esperan alcanzar en dos años.
Pero el asunto no solo es de plata, tener un personal altamente calificado, marchando un banco de proyectos de alto potencial de rentabilidad, sino de fortalecer la alianza Universidad-Empresa-Estado, en lo que Antioquia, y particularmente Argos, se ha destacado.
Varios de los doctores que tiene la compañía en su nómina se han formado en Eafit, parte de sus altos estudios fueron financiados por Colciencias y han expandido las fronteras de su conocimiento en investigaciones aplicadas de Argos.
"La experiencia ha sido muy positiva porque es la oportunidad de concretar acciones de investigación aplicada a soluciones de la industria, aprendiendo a sincronizar tiempos de la academia y el sector privado", comenta Félix Londoño González, director de Investigación de Eafit.
De ahí que ahora esta universidad y la compañía cementera adelanten conversaciones para concretar el Centro Argos para la Innovación (Capi).
El proyecto implica construir un complejo de laboratorios dentro del campus de Eafit para destinarse a desarrollos no solo en cemento, sino los otras unidades del Grupo Argos, como energía (Celsia) y carbón (Sator), y demás empresas que lo requieran.
En ese contexto, la apuesta va más allá. Ya no solo es cimentar el futuro sostenible de la compañía con el desarrollo de nuevos productos, procesos más eficientes o tecnologías, sino que la innovación deje de ser un área de Argos para convertirse en una cultura.
Así surgió Ideaxión, un software al que pueden entrar cualquier empleado de Argos y registrar una propuesta que considera innovadora en su división. De las 250 ideas que se han registrado desde mayo de 2012, 56 fueron aprobadas.
Una de ellas permitió que la planta de concreto ubicada en República Dominicana lograra 3,5 millones de dólares más en ingresos, y otro tanto en ahorros, al fusionar dos molinos y aprovechar la capacidad ociosa de uno y el otro.
Al final, la innovación va más allá de ser una palabra de moda en Medellín, también se traduce en réditos económicos y productivos que aseguran la sostenibilidad de la compañía en un mercado que cada vez más exige productos verdes, y no solo en el empaque.
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