Es como si el nombre estuviera atado en un todo con la Grand Boucle: Tours.
En octubre, allí, en esta ciudad suele llegar la clásica París-Tours, competencia que en el año pasado arribó con una definición al embalaje como sucedió ayer en el Tour 100 años, donde se vistió de revancha con la tercera victoria del alemán Marcel Kittel (Argos), quien nuevamente le cobró al favorito Mark Cavendish.
El británico Cavendish ha tenido varapalos en las últimas horas: el martes, en una maniobra "sucia" tumbó con el hombro, y en pleno embalaje, a Tom Veelers, compañero del gigantón Kittel en el Team Argos.
El corredor de la isla de Man, tras esta maniobra que no fue castigada por los comisarios, pero que fue rechazada por el público -hasta le tiraron orines en la contrarreloj llana de Mont Saint Michel- padeció una nueva derrota, sin objeciones.
Kittel hizo el trío, tras una numerosa caída, a 1,8 kilómetros, con fractura del noruego Edvald Boasson (Sky) y donde incluso figuró Nairo Quintana -puesto 18-, sin la camiseta blanca, pero sí con el ánimo arriba, tras perder la prenda de los jóvenes. José Serpa también ingresó allí, a espera de otro embalaje, porque después casi todo será montaña. El líder Chris Froome va a la defensa.
Ayer, Nairo ratificó su pensamiento ante los medios. "El Tour no está liquidado, queda la mitad, mucha montaña dura, y hay que esperar que el equipo vaya como hasta ahora".
Por lo pronto, dice, "hay que ayudar a Alejandro (Valverde) y estar con él. No tengo, al menos de momento, carta libre".
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